El día que le llevé a su hotel de Caracas los Ducados que me había pedido, el todavía gobernante en ciernes se lamentó de que había llegado demasiado joven a la antesala del poder.
Eran los tiempos en que, por los quehaceres de mi oficio, frecuentaba a los políticos y era depositario de alguna de sus confidencias.
Le relaté en aquella ocasión al que todavía no había llegado al poder que días antes en Quito, donde habíamos coincidido en la toma de posesión de Jaime Roldós, Adolfo Suárez, hablando de sus muchos compromisos en aquel viaje, me agarró el brazo, apretó y dijo: ”estoy agotado, ¡pero cómo disfruto!”.
Al que años después sucedería a Suárez le recordé el axioma norteamericano de que, para alcanzar el poder, no basta con desearlo sino que hay demostrar que se desea.
No sé si a Mariano Rajoy lo tienta el poder de la presidencia del gobierno de España. Si de verdad aspira a conseguirlo, disimula muy bien o no cree que alcanzarlo merezca el esfuerzo de arrebatárselo a quien lo tiene.
Si hubiera llegado al cargo por herencia de José María Aznar, algunos creen que podría haber sido un buen Presidente. Lo dudo porque su condición pastueña, que le estorba para ganar el puesto con su esfuerzo, le hubiera impedido desempeñarlo con su ingenio.
La elección de Rajoy fue uno más de la larga cadena de errores de la segunda presidencia de Aznar.
La ambición de poder que llevó a la Presidencia del gobierno a mi interlocutor de Caracas se agotó en los primeros cuatro años de su largo gobierno, tan fructíferos que pasarán a la historia de la política española.
Después debió desencantarse y siguió gobernando, aunque no mandando, por inercia.
A Rajoy, el desencanto parece que le ha afectado antes de alcanzar el poder.
Quizá por eso, como un Pantocrátor impasible, pasa estos días estivales leyendo novelas en los chiringuitos, mientras sus huestes se baten en retirada frente a la acometida de sus adversarios.
Con tanto a su favor para ser Presidente—la crisis pertinaz, el paro creciente, el acoso inmisericorde al partido popular simultaneado con el trato de guante blanco a los socialistas y el derroche manirroto —Rajoy no hace nada ni se merece ser presidente del gobierno.
Si, a pesar de eso, los socialistas perdieran las elecciones y Mariano Rajoy llegara al poder, será el primero que lo consiga gracias a su habilidad de quedarse impertérrito ante las demandas de que actúe.
lunes, 10 de agosto de 2009
domingo, 9 de agosto de 2009
MARIA TERESA VELA POR NOSOTROS
El desfile itinerante de modelos que la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega acomete cada verano por las pasarelas de América Latina no le impide, según uno de sus benévolos hagiógrafos, seguir de guardia.
No solo será verdad, sino que su estado de alerta es de 24 horas porque, a pesar de la diferencia horaria, vigila hasta el ritmo respiratorio de sus compatriotas desde Costa Rica, a donde el sol llega ocho horas después que a España.
Esa nueva “Reina Prudente”, que como Felipe segundo desde su covacha de El Escorial vela y se desvela por España sin importarle las distancias, es un bien demasiado valioso para que el Estado arriesgue perderla.
Si la esquemática María Teresa se empecina en ignorar las exigencias de descanso de su organismo, seguramente más frágil de lo que a España le convendría, nos exponemos a que un inoportuno agotamiento la obligue a un descanso que, por muy corto que sea, a los que nos vicegobierna nos parecerá interminable.
Que la vicepresidenta economice sus esfuerzos para prolongar sus servicios, sin los que el Estado perdería inspiración, aliento y tutela.
Ya tuvimos un gobernante irreemplazable que, cuando se fue a descansar en el modesto retiro que se preparó en vida en Cuelgamuros, nos dejó a los españoles con una sensación de orfandad que todavía no hemos superado.
Mará Teresa, aunque solo fuera porque los españoles la necesitamos fuerte, vigorosa, hacendosa y siempre alerta, debería moderar sus ímpetus de servirnos y disfrutar del paso del tiempo, que es un regalo de Dios.
Los desvelos ultramarinos de la vicepresidenta son innecesarios, aunque su modestia no calibre la eficacia del aparato que tan sabiamente ha urdido para el mejor gobierno del Estado.
Hasta en sus excesivamente largas ausencias para los que aquí nos deja aunque esté fuera de España solo un cuarto de hora, el tinglado lo ha dejado María Teresa tan atado y bien atado que sigue funcionando. Añoramos, eso sí, su presencia, y la reconfortante alegría de su sonrisa.
Que la vicepresidenta no derroche sus talentos, disfrute del descanso en los raros momentos en que hasta los semidioses precisan una tregua y que, en las próximas vacaciones, se abstraiga de los problemas de Estado que la agobian y goce de de un largo dolce far niente reparador.
Que se marche lejos, olvide los apremios por volver, y así descansaremos todos.
No solo será verdad, sino que su estado de alerta es de 24 horas porque, a pesar de la diferencia horaria, vigila hasta el ritmo respiratorio de sus compatriotas desde Costa Rica, a donde el sol llega ocho horas después que a España.
Esa nueva “Reina Prudente”, que como Felipe segundo desde su covacha de El Escorial vela y se desvela por España sin importarle las distancias, es un bien demasiado valioso para que el Estado arriesgue perderla.
Si la esquemática María Teresa se empecina en ignorar las exigencias de descanso de su organismo, seguramente más frágil de lo que a España le convendría, nos exponemos a que un inoportuno agotamiento la obligue a un descanso que, por muy corto que sea, a los que nos vicegobierna nos parecerá interminable.
Que la vicepresidenta economice sus esfuerzos para prolongar sus servicios, sin los que el Estado perdería inspiración, aliento y tutela.
Ya tuvimos un gobernante irreemplazable que, cuando se fue a descansar en el modesto retiro que se preparó en vida en Cuelgamuros, nos dejó a los españoles con una sensación de orfandad que todavía no hemos superado.
Mará Teresa, aunque solo fuera porque los españoles la necesitamos fuerte, vigorosa, hacendosa y siempre alerta, debería moderar sus ímpetus de servirnos y disfrutar del paso del tiempo, que es un regalo de Dios.
Los desvelos ultramarinos de la vicepresidenta son innecesarios, aunque su modestia no calibre la eficacia del aparato que tan sabiamente ha urdido para el mejor gobierno del Estado.
Hasta en sus excesivamente largas ausencias para los que aquí nos deja aunque esté fuera de España solo un cuarto de hora, el tinglado lo ha dejado María Teresa tan atado y bien atado que sigue funcionando. Añoramos, eso sí, su presencia, y la reconfortante alegría de su sonrisa.
Que la vicepresidenta no derroche sus talentos, disfrute del descanso en los raros momentos en que hasta los semidioses precisan una tregua y que, en las próximas vacaciones, se abstraiga de los problemas de Estado que la agobian y goce de de un largo dolce far niente reparador.
Que se marche lejos, olvide los apremios por volver, y así descansaremos todos.
viernes, 7 de agosto de 2009
ZAPATERO, BUENA PERSONA
Una especie de incómoda desazón me inquietó al leer que, para Barak Husein Obama, José Luis Rodríguez Zapatero es “buena persona”.
No es que llegara a obsesionarme, pero tampoco pude dejar de rumiar qué habría querido decir el norteamericano.Me percaté de que, hasta que descifrara si “buena persona” era un elogio, no recuperaría el sosiego perdido.
Que José Luis Rodríguez Zapatero sea para Obama “buena persona” me trae sin cuidado. Lo que puso en guardia mi suspicacia es que Zapatero sea el Presidente del Gobierno de España.
En función de su cargo, lo que menos espero del presidente del gobierno de mi país es que sea cándido, noble, ingenuo y sincero, virtudes todas ellas atribuidas a las buenas personas.
Si Obama hubiera dicho del presidente del gobierno de España que es tenaz, avispado, exigente, suspicaz, inteligente, intransigente o duro de pelar, me hubiera quedado más tranquilo.
Porque, si la cualidad preponderante en un Presidente de gobierno fuera la de “buena persona”, sobran las elecciones: bastaría con ofrecerle el cargo al hermano lego limosnero de una orden de mendicantes.
La segunda consideración en mi lento rumiar del sentido de las palabras de Obama fue quien las había pronunciado:
Si José Luis Rodríguez Zapatero fuera “buena persona” para un antiguo compañero de instituto, para un primo hermano o para alguno de los jardineros de La Moncloa, la intención de elogiarlo sería inequívoca.
Pero quien se refirió así al Presidente del Gobierno de España es el Presidente de los Estados Unidos, con el que Zapatero, aunque sea a través de un intérprete, tiene que hablar de influencias, dinero, poder y otras bagatelas en las que la bondad estorba.
Como incorregible optimista, espero que el Presidente del Gobierno de mi país, cuando hable, si es que habla, con el Presidente de los Estados Unidos, le demuestre que se equivocó al calificarlo de buena persona.
Me gustaría que, después de esa entrevista, Obama rectifique y diga que Zapatero es más atravesado que el hueso de una aceituna atorado en su garganta.
No es que llegara a obsesionarme, pero tampoco pude dejar de rumiar qué habría querido decir el norteamericano.Me percaté de que, hasta que descifrara si “buena persona” era un elogio, no recuperaría el sosiego perdido.
Que José Luis Rodríguez Zapatero sea para Obama “buena persona” me trae sin cuidado. Lo que puso en guardia mi suspicacia es que Zapatero sea el Presidente del Gobierno de España.
En función de su cargo, lo que menos espero del presidente del gobierno de mi país es que sea cándido, noble, ingenuo y sincero, virtudes todas ellas atribuidas a las buenas personas.
Si Obama hubiera dicho del presidente del gobierno de España que es tenaz, avispado, exigente, suspicaz, inteligente, intransigente o duro de pelar, me hubiera quedado más tranquilo.
Porque, si la cualidad preponderante en un Presidente de gobierno fuera la de “buena persona”, sobran las elecciones: bastaría con ofrecerle el cargo al hermano lego limosnero de una orden de mendicantes.
La segunda consideración en mi lento rumiar del sentido de las palabras de Obama fue quien las había pronunciado:
Si José Luis Rodríguez Zapatero fuera “buena persona” para un antiguo compañero de instituto, para un primo hermano o para alguno de los jardineros de La Moncloa, la intención de elogiarlo sería inequívoca.
Pero quien se refirió así al Presidente del Gobierno de España es el Presidente de los Estados Unidos, con el que Zapatero, aunque sea a través de un intérprete, tiene que hablar de influencias, dinero, poder y otras bagatelas en las que la bondad estorba.
Como incorregible optimista, espero que el Presidente del Gobierno de mi país, cuando hable, si es que habla, con el Presidente de los Estados Unidos, le demuestre que se equivocó al calificarlo de buena persona.
Me gustaría que, después de esa entrevista, Obama rectifique y diga que Zapatero es más atravesado que el hueso de una aceituna atorado en su garganta.
jueves, 6 de agosto de 2009
TRIFULCA POLITICA
El Partido Popular replicó al reto de la vicepresidenta De la Vega de que denuncie supuestas escuchas telefónicas ilegales recordándole que ya lo hizo el pasado 24 de Julio, ante un juzgado de Madrid.
La denuncia dejaba a la institución en la que menos confían los ciudadanos que decida si, como se queja el PP, el gobierno del PSOE utiliza organismos que deberían ser neutrales en su confrontación partidaria y en la creación de un Estado policial.
Después de presentada la denuncia del PP, la disputa entre los dos partidos se agrió cuando la vicepresidenta se adelantó a la Fiscalía al anunciar el recurso del Ministerio Fiscal contra una sentencia favorable al presidente valenciano Camps, del Partido Popular.
El adelanto del anuncio de la presidencia al que debería partir de la fiscalía indujo a los del Partido Popular a sospechar que habían sido instrucciones de De la Vega las que decidieron la intervención de la Fiscalía.
El grupo de presión política PRISA, que inspira y aplaude la actuación del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero con el mismo automatismo con que critica al Partido Popular, terció el jueves seis de agosto en la polémica.
En un editorial del diario El Pais, ariete de los medios de PRISA que se hacen eco fielmente de lo que les inspira, disculparon a De la Vega por su “inoportuna intervención” en el asunto.
Pero la acusación de manejo ilícito de medios estatales neutrales formulada por la secretaria general del Partido Popular Dolores de Cospedal suponía, en opinión del periódico, que “el PP sacrifica las reglas del juego democrático para intentar desviar la atención de sus miserias”.
Los medios del grupo de presión política de PRISA, capitaneados por El Pais, orquestaron las acusaciones contra Camps que el tribunal superior de justicia de Valencia archivó la semana pasada por no hallar sustancia delictiva.
La denuncia que el PP presentó el 24 de Julio incluía como hechos para que la Justicia investigara reproducciones en El Pais de conversaciones telefónicas de la policía a implicados en la campaña contra Camps, amparadas por el secreto del sumario.
En su informe del pasado Noviembre, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), catalogaba al sistema judicial español como la institución del Estado en la que menos confían los españoles, que le daban una puntuación de 3,74 sobre diez.
Al presentar su denuncia, el Partido Popular se señaló como de los pocos que creen todavía en la eficacia de la justicia.
Si la Justicia investiga la denuncia del PP con el mismo rigor que dedicó a la supuesta implicación de Camps en el caso Gürtel de corrupción política, estará justificada la confianza, aunque como ocurrió con el caso del Presidente de la Comunidad Valenciana, también se decida archivarla.
La denuncia dejaba a la institución en la que menos confían los ciudadanos que decida si, como se queja el PP, el gobierno del PSOE utiliza organismos que deberían ser neutrales en su confrontación partidaria y en la creación de un Estado policial.
Después de presentada la denuncia del PP, la disputa entre los dos partidos se agrió cuando la vicepresidenta se adelantó a la Fiscalía al anunciar el recurso del Ministerio Fiscal contra una sentencia favorable al presidente valenciano Camps, del Partido Popular.
El adelanto del anuncio de la presidencia al que debería partir de la fiscalía indujo a los del Partido Popular a sospechar que habían sido instrucciones de De la Vega las que decidieron la intervención de la Fiscalía.
El grupo de presión política PRISA, que inspira y aplaude la actuación del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero con el mismo automatismo con que critica al Partido Popular, terció el jueves seis de agosto en la polémica.
En un editorial del diario El Pais, ariete de los medios de PRISA que se hacen eco fielmente de lo que les inspira, disculparon a De la Vega por su “inoportuna intervención” en el asunto.
Pero la acusación de manejo ilícito de medios estatales neutrales formulada por la secretaria general del Partido Popular Dolores de Cospedal suponía, en opinión del periódico, que “el PP sacrifica las reglas del juego democrático para intentar desviar la atención de sus miserias”.
Los medios del grupo de presión política de PRISA, capitaneados por El Pais, orquestaron las acusaciones contra Camps que el tribunal superior de justicia de Valencia archivó la semana pasada por no hallar sustancia delictiva.
La denuncia que el PP presentó el 24 de Julio incluía como hechos para que la Justicia investigara reproducciones en El Pais de conversaciones telefónicas de la policía a implicados en la campaña contra Camps, amparadas por el secreto del sumario.
En su informe del pasado Noviembre, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), catalogaba al sistema judicial español como la institución del Estado en la que menos confían los españoles, que le daban una puntuación de 3,74 sobre diez.
Al presentar su denuncia, el Partido Popular se señaló como de los pocos que creen todavía en la eficacia de la justicia.
Si la Justicia investiga la denuncia del PP con el mismo rigor que dedicó a la supuesta implicación de Camps en el caso Gürtel de corrupción política, estará justificada la confianza, aunque como ocurrió con el caso del Presidente de la Comunidad Valenciana, también se decida archivarla.
martes, 4 de agosto de 2009
EL MONO DESCIENDE DEL HOMBRE
Sospechaba desde hace mucho tiempo que los seguidores de Charles Darwin habían cometido un error mayúsculo al afirmar que el hombre desciende del mono, de acuerdo con las teorías del eminente sabio.
Tasuku Sugimoto y Kazuhide Ashiya, de la universidad japonesa de Kyhusu, han dejado en claro la cuestión porque, gracias a sus experimentos con la chimpancé Sakura, han confirmado que el mono desciende del hombre y no el hombre del mono.
O lo que es lo mismo, que el mono ha evolucionado del hombre y, por tanto, es superior, ya que el ser humano se encuentra en una fase anterior al mono en el proceso evolutivo de las especies.
El resultado del experimento de los dos sabios japoneses arrojó una conclusión irrefutable de que la chimpancé tiene una cultura más refinada que el hombre porque la gusta más la música melódica que las cacofonías estridentes que enajenan de placer a los humanos de hoy en día.
Si esa prueba no es lo bastante concluyente para confirmar la superioridad del mono, las danzas simiescas que los humanos acometen cuando oyen la musica que les gustan evidencian un impulso instintivo por transmutarse en monos.
No tengo noticias, además, de que sea frecuente el nacimiento de monos sin pelos en el cuerpo, pero son numerosos los casos de niños recién nacidos peludos.
Hace años se publicaron fotografías de una familia mexicana cuyos miembros nacían con una vellosidad tan generosa que, aunque se diagnosticara como caso de hirsutismo genético, podrían haber sido el eslabón perdido en la evolución del hombre hacia el mono.
Hasta el subconsciente colectivo humano señala al mono como ser superior al hombre y su aspiración como meta evolutiva.
Todavía no he oído que se elogie a ningún mono diciendo que ha hecho una hombrada si se porta de manera fuera de lo común a su especie pero, cuando un niño es especialmente agraciado o tiene un desusado talante encantador, el elogio es inevitable: ese niño es “muy mono”.
Tasuku Sugimoto y Kazuhide Ashiya, de la universidad japonesa de Kyhusu, han dejado en claro la cuestión porque, gracias a sus experimentos con la chimpancé Sakura, han confirmado que el mono desciende del hombre y no el hombre del mono.
O lo que es lo mismo, que el mono ha evolucionado del hombre y, por tanto, es superior, ya que el ser humano se encuentra en una fase anterior al mono en el proceso evolutivo de las especies.
El resultado del experimento de los dos sabios japoneses arrojó una conclusión irrefutable de que la chimpancé tiene una cultura más refinada que el hombre porque la gusta más la música melódica que las cacofonías estridentes que enajenan de placer a los humanos de hoy en día.
Si esa prueba no es lo bastante concluyente para confirmar la superioridad del mono, las danzas simiescas que los humanos acometen cuando oyen la musica que les gustan evidencian un impulso instintivo por transmutarse en monos.
No tengo noticias, además, de que sea frecuente el nacimiento de monos sin pelos en el cuerpo, pero son numerosos los casos de niños recién nacidos peludos.
Hace años se publicaron fotografías de una familia mexicana cuyos miembros nacían con una vellosidad tan generosa que, aunque se diagnosticara como caso de hirsutismo genético, podrían haber sido el eslabón perdido en la evolución del hombre hacia el mono.
Hasta el subconsciente colectivo humano señala al mono como ser superior al hombre y su aspiración como meta evolutiva.
Todavía no he oído que se elogie a ningún mono diciendo que ha hecho una hombrada si se porta de manera fuera de lo común a su especie pero, cuando un niño es especialmente agraciado o tiene un desusado talante encantador, el elogio es inevitable: ese niño es “muy mono”.
lunes, 3 de agosto de 2009
AMIGOS DE RAJOY
Ni como registrador de la propiedad ni como Presidente del Partido Popular, a Mariano Rajoy se le hubiera ocurrido la frivolidad de ver “La Noria” de Telecinco el sábado primero de Agosto.
Debería haberlo hecho, porque habría sido testigo de la unción con que los paniaguados del PSOE María Antonia Iglesias y Enric Sopena lo defendían, y de la saña con que acometían contra Esperanza Aguirre.
Como es persona de inteligencia probada, Rajoy habría deducido que, si la defensa de su liderazgo olía a chamusquina, la inquina contra la Aguirre identificaba el foco del incendio que los socialistas temen.
En pocas palabras: que Sopena e Iglesias, por cuyas bocas hablan los socialistas y cuyas palabras traducen lo que los socialistas piensan, le temen a Aguirre más que el Diablo al agua bendita y que, con Rajoy como adversario, están mas tranquilos que el Braulio.
Son los programas como “La Noria”, y no los sesudos debates, los mítines electorales para convencidos o la propaganda electoral gratuita, los caladeros en los que los partidos que quieran ganar elecciones tienden sus redes para pescar votos.
Sorprenden a los electores con la guardia baja y absortos en los triviales chismes de la maledicencia y, en esa tierra muelle y fecunda, es donde mejor germinan los mensajes ideológicos que inconscientemente moverán la mano al escoger la papeleta electoral.
Esa partida de ajedrez que son las elecciones empieza a jugarse desde que se cerraron las urnas en la anterior convocatoria electoral y, en ella, la izquierda mueve sus alfiles y caballos con maestría que la derecha se niega a aprender.
Prueba de ello, el dominio de las diagonales de maestros como Iglesias y Sopena.
Los abogados coyunturales de Rajoy, alumnos aventajados en algún curso sobre técnica dialéctica de la universidad Patricio Lumumba donde aprendieron a no dejar hablar a sus contrincantes, deberían hacer meditar al Presidente del Partido Popular.
Si lo que quiere es ser Presidente del Gobierno en las elecciones de 2012 a cualquier precio, que aguante y encabece la lista de su partido por Madrid. A lo mejor, Zapatero sigue acumulando dislates en su gestión y los votantes le dan la espalda.
Sería una victoria del Partido Popular no por méritos propios, sino por desaciertos del PSOE. Una victoria pasiva.
Pero si quiere que su Partido gobierne España, aunque sea gracias a una candidatura que no la encabece su nombre, que pida un vídeo de la tertulia de “La Noria” de Telecinco del primero de Agosto. Descubrirá cómo, y con quien encabezando la candidatura, su Partido Popular podría derrotar a los socialistas.
Debería haberlo hecho, porque habría sido testigo de la unción con que los paniaguados del PSOE María Antonia Iglesias y Enric Sopena lo defendían, y de la saña con que acometían contra Esperanza Aguirre.
Como es persona de inteligencia probada, Rajoy habría deducido que, si la defensa de su liderazgo olía a chamusquina, la inquina contra la Aguirre identificaba el foco del incendio que los socialistas temen.
En pocas palabras: que Sopena e Iglesias, por cuyas bocas hablan los socialistas y cuyas palabras traducen lo que los socialistas piensan, le temen a Aguirre más que el Diablo al agua bendita y que, con Rajoy como adversario, están mas tranquilos que el Braulio.
Son los programas como “La Noria”, y no los sesudos debates, los mítines electorales para convencidos o la propaganda electoral gratuita, los caladeros en los que los partidos que quieran ganar elecciones tienden sus redes para pescar votos.
Sorprenden a los electores con la guardia baja y absortos en los triviales chismes de la maledicencia y, en esa tierra muelle y fecunda, es donde mejor germinan los mensajes ideológicos que inconscientemente moverán la mano al escoger la papeleta electoral.
Esa partida de ajedrez que son las elecciones empieza a jugarse desde que se cerraron las urnas en la anterior convocatoria electoral y, en ella, la izquierda mueve sus alfiles y caballos con maestría que la derecha se niega a aprender.
Prueba de ello, el dominio de las diagonales de maestros como Iglesias y Sopena.
Los abogados coyunturales de Rajoy, alumnos aventajados en algún curso sobre técnica dialéctica de la universidad Patricio Lumumba donde aprendieron a no dejar hablar a sus contrincantes, deberían hacer meditar al Presidente del Partido Popular.
Si lo que quiere es ser Presidente del Gobierno en las elecciones de 2012 a cualquier precio, que aguante y encabece la lista de su partido por Madrid. A lo mejor, Zapatero sigue acumulando dislates en su gestión y los votantes le dan la espalda.
Sería una victoria del Partido Popular no por méritos propios, sino por desaciertos del PSOE. Una victoria pasiva.
Pero si quiere que su Partido gobierne España, aunque sea gracias a una candidatura que no la encabece su nombre, que pida un vídeo de la tertulia de “La Noria” de Telecinco del primero de Agosto. Descubrirá cómo, y con quien encabezando la candidatura, su Partido Popular podría derrotar a los socialistas.
domingo, 2 de agosto de 2009
ESPAÑA: LA PESADILLA DEL TITANIC
En estos días de vacaciones estivales se escucha en la festiva España la letra sincopada de las canciones de “Infinity” y se tararean las de Carlos Baute, que trasladan a los veraneantes a mundos que nada tienen que ver con el que dejaron atrás, al escapar de la obsesión de la crisis.
Pero esas melodías de tiempos de desenfado presagian el patético fatalismo de los ocho músicos de la Wallace Hartley Band, al ejecutar “Nearer, my God, to Thee” (Más cerca, Dios mío, de Ti), que el hundimiento del Titanic les impidió terminar.
Edward John Smith, capitán del Titanic, pasó a la historia tras el naufragio de su barco, como lo hará José Luis Rodríguez Zapatero si la economía española se va a pique por el desastre económico en que zozobra desde hace año y medio.
El capitán Smith tenía su chivo expiatorio en Bruce Ismail, presidente de la compañía propietaria del barco, que no le permitió reducir la velocidad del Titanic para que pudiera sortear los icebergs que, según avisos, se cruzarían en su ruta.
Desde el día 13 y hasta que a las 23,45 del 14 de abril de 1912 chocó con el iceberg que hundió al Titanic, el capitán Smith recibió e ignoró dos docenas de advertencias sobre el peligro que lo amenazaba.
Eminentes expertos en economía, prestigiosos gabinetes de estudio de organismos nacionales y extranjeros, y tanto sus adversarios como los correligionarios políticos que se atreven, llevan más de año y medio aconsejando a Zapatero que cambie la política económica de su gobierno.
El presidente del gobierno español hace tanto caso de esas advertencias como hizo el capitán del Titanic con los que le enviaron sobre el peligro de los icebergs.
El comandante del Titanic, al menos, intentó reducir la velocidad de su barco pero se lo impidió el armador, ansioso por establecer un record en la travesía marítima del Atlántico.
El choque dejó en evidencia que el Titanic no era insumergible. La tozudez de Zapatero, si sigue ignorando las advertencias de inminente peligro de hundimiento de la economía española, desmentirá sus pronósticos de bienestar ilimitado.
¿Hay algún Bruce Ismail que, como el armador del Titanic le impidió al capitán Smith reducir la velocidad de su barco, prohíba a Zapatero cambiar la política de su gobierno?
Si lo hubiera, culpa suya sería permitírselo. Si el presidente del gobierno es el único responsable, a este barco que se llama España le vendría bien un navegante más experto que evite la catástrofe, antes de que las olas silencien la música de la Wallace Hartley Band.
Pero esas melodías de tiempos de desenfado presagian el patético fatalismo de los ocho músicos de la Wallace Hartley Band, al ejecutar “Nearer, my God, to Thee” (Más cerca, Dios mío, de Ti), que el hundimiento del Titanic les impidió terminar.
Edward John Smith, capitán del Titanic, pasó a la historia tras el naufragio de su barco, como lo hará José Luis Rodríguez Zapatero si la economía española se va a pique por el desastre económico en que zozobra desde hace año y medio.
El capitán Smith tenía su chivo expiatorio en Bruce Ismail, presidente de la compañía propietaria del barco, que no le permitió reducir la velocidad del Titanic para que pudiera sortear los icebergs que, según avisos, se cruzarían en su ruta.
Desde el día 13 y hasta que a las 23,45 del 14 de abril de 1912 chocó con el iceberg que hundió al Titanic, el capitán Smith recibió e ignoró dos docenas de advertencias sobre el peligro que lo amenazaba.
Eminentes expertos en economía, prestigiosos gabinetes de estudio de organismos nacionales y extranjeros, y tanto sus adversarios como los correligionarios políticos que se atreven, llevan más de año y medio aconsejando a Zapatero que cambie la política económica de su gobierno.
El presidente del gobierno español hace tanto caso de esas advertencias como hizo el capitán del Titanic con los que le enviaron sobre el peligro de los icebergs.
El comandante del Titanic, al menos, intentó reducir la velocidad de su barco pero se lo impidió el armador, ansioso por establecer un record en la travesía marítima del Atlántico.
El choque dejó en evidencia que el Titanic no era insumergible. La tozudez de Zapatero, si sigue ignorando las advertencias de inminente peligro de hundimiento de la economía española, desmentirá sus pronósticos de bienestar ilimitado.
¿Hay algún Bruce Ismail que, como el armador del Titanic le impidió al capitán Smith reducir la velocidad de su barco, prohíba a Zapatero cambiar la política de su gobierno?
Si lo hubiera, culpa suya sería permitírselo. Si el presidente del gobierno es el único responsable, a este barco que se llama España le vendría bien un navegante más experto que evite la catástrofe, antes de que las olas silencien la música de la Wallace Hartley Band.
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