martes, 6 de noviembre de 2012

EL PP GOBIERNA COMO LA IZQUIERDA PORQUE ES DE IZQUIERDAS




Los del Partido Popular, cuando les dicen que son de derechas,  bufan, se les erizan los pelos del cogote y, con el ansia de deshacer un malentendido vergonzante, proclaman que son de centro.
Seguramente querrán decir que su ideología se sitúa en algún punto  entre la izquierda y la derecha del arco geométrico pero, ¿exacta e invariablemente equidista de esos dos puntos extremos?
¿Por qué temen los del Partido Popular que los califiquen  de derechas?
Puede que sea porque temen que derechista podría tomarse por sinónimo de franquista.
Para evitarlo y adquirir la libertad de decir que son lo que sienten, no tendrían más que admitir que Franco mantuvo el orden social y político en España suprimiendo las libertades cívicas, lo que lo cataloga como tirano.
El régimen de Franco según los eminentes politólogos Norberto Bobbio y Danielle Allen, fue de izquierdas porque impuso la igualdad religiosa, política, sindical, de pensamiento y cultural, para lo que suprimió las libertades cívicas.
También se definiría como de izquierdas según los baremos de Eric Hoffer y David Nolan por el control estatal de la economía, la educación, los medios de difusión, y hasta la manera de vestir de los ciudadanos.
Otro síntoma que  los politólogos achacan a los regimenes de izquierda y que caracterizó al franquismo fue el empleo de su monopolio legislativo para modelar a su gusto la sociedad que gobernaba.
El gobierno del Partido Popular ha dado prioridad durante el año que está a punto de cumplir Mariano Rajoy como presidente, a salir de la   crisis que sufre la economía.
Ha optado por medidas que cualquier gobierno de izquierdas habría impulsado: recaudar más impuestos de los ciudadanos, reducir los servicios que el Estado prestaba y mantener o incrementar la burocracia política.
El enrevesado tramado burocrático, que llega a triplicar responsabilidades por el mismo servicio, es un freno para el progreso de la sociedad y, como en los más ortodoxos regímenes de izquierda, su función es servir al poder para controlar a la sociedad.
Puede que el repelús de los del Partido Popular cuando los llaman derechistas tenga una explicación más simple que la de los complejos y el miedo de que los llamen franquistas.
Les molesta que los definan como de derechas porque el Partido Popular, si gobierna como la inquierda, es porque es de izquierdas.

viernes, 2 de noviembre de 2012

LA FUERZA DEL DESEO

La muerte de tres muchachas en la estampida de los que huían de la multitudinaria fiesta del Madrid Arena ha conmovido tanto y tan hondamente como episodios similares anteriores.

No sorprendió a nadie, sin embargo, porque fue un calco de sucesos similares.

Como lo es la secuencia que desencadena cada caso: acusaciones de que el número de asistentes era superior al del aforo permitido, comprobación del funcionamiento de las salidas y medidas de emergencia, demora de los servicios de socorro y depuración de responsabilidades.

Si en el futuro se aplicaran, paliarían las consecuencias del desastre, pero no lo evitarían.

Es imposible, en el modo urbano de vida al que ha evolucionado la población, evitar esa clase dr tragedias y es innecesario alertar a los que asisten a esas fiestas de que, al hacerlo, corren peligros.

Todos los que se dieron cita en el Madrid Arena eran conscientes del riesgo porque seguramente ninguno de ellos ignoraba la gravedad de las tragedias ocurridas en fiestas similares anteriores.

¿Qué les hizo desestimar, entonces, la prudencia que la razón les recomendaba y entrar en el Madrid Arena?

El instinto, un motor más acuciante para el ser humano sobre todo joven, cuando la razón no es freno suficiente para moderar los impulsos.

Los que pagaron entrada para ir a la fiesta sabían lo que encontrarían allí: la oportunidad idónea de aparearse rápidamente y sin contraer compromiso porque sabían que a todos los movía el mismo propósito y era el lugar más rápido y sencillo de lograrlo.

Esa necesidad de los jóvenes es tan vieja como la humanidad. Solo ha cambiado, porque lo ha hecho el entorno en que el hombre vive, el lugar de encuentro.

Antes de que la población se apelotonara en las ciudades, los jóvenes se conocían e intimaban gradualmente en el plácido esparcimiento rural, en celebraciones familiares o en fiestas populares.

El largo paréntesis que solía transcurrir entre el conocimiento y la consumación de la pareja es inconcebible en las anónimas multitudes en que transcurre la actual convivencia humana.

En las grandes ciudades la prisa manda y es imperativo acortar el tiempo que hay que emplear entre formularse un deseo y conseguirlo.

Por eso, y mientras la forma de vivir actual no invierta su dinámica y vuelva a la calma de las pequeñas ciudades, seguirán celebrándose fiestas como la del Madrid Arena en las que los jóvenes estarán dispuestos a correr el riesgo que sea necesario para satisfacer los imperativos de su instinto.

jueves, 1 de noviembre de 2012

MANDAR POR LA RAZON O POR LA FUERZA

En lomas y cañadas de Sierra Morena resuena la bronca brama de los últimos venados en celo, desafiando a los que también quieren aparearse con las ciervas.

Si las bravatas de la berrea no bastaran para que los contendientes abandonen la disputa, pasan de la dialéctica a la acción directa: chocan violentamente sus cornamentas y, el vencedor final será el que se alce con el botín de fecundar a las hembras.

Es el método más primario y eficaz de escoger a los mejores para perpetuar el vigor de la especie.

Y es también el sistema de escoger al mejor de entre los que no lo son para dirigir una comunidad o un grupo.

En los albores de la humanidad, cuando la unidad social básica de familia y tribu todavía no había pasado a las complejidades de jerarquización del clan, la superioridad física determinaba al mejor para mandar.

La interesada sustitución del instinto por la razón para alzarse con el poder dentro del grupo social marcó el inicio del declive de la raza humana.

Con la sustitución de la fuerza por la inteligencia, afloraron en la lucha por el poder la mentira, la murmuración, la traición y el engaño premeditado, artes todas ellas en las que los políticos son expertos.

El sistema por el que se elige al que manda se basa en un principio tan falso que es imposible tomarlo en serio, a menos que quien lo crea no tenga ojos para ver ni oídos para oír: el de que todos somos iguales.

La invención de la igualdad como fundamento de que el mejor es el que más votantes (listos, tontos, expertos o ignorantes) digan que es el mejor, no sería eficaz sin la capacidad de mentir para hacer creer a los electores que el candidato es como ellos quisieran que fuera y no como en realidad es.

Ha nacido y prospera por eso una industria de la que viven opíparamente millones de engañadores profesionales, que presentan una personalidad  maquillada y falsa del candidato que proponen para que mande.

La de la igualdad es una fantasía que a todos conviene: a los que se creen menos porque les halaga que, al menos de palabra, digan que todos somos iguales y, a los que son más, porque tienen un escudo propicio contra quienes los acusen de abusar de su poder.

Y, aunque la falacia de la razón como herramienta para decidir quien manda se ha popularizado, todavía hay ejemplos recientes del uso de la fuerza y la violencia como método de auparse con todo el poder mediante la eliminación o reducción por la fuerza, como los venados, de sus contrincantes.

Recientes en nuestra memoria sigue Stalin, Hitler, Lenin, Franco, Castro, Pol Pot o Mao, todos ellos enemigos de la libertad y, por lo tanto, de ideologías izquierdistas.

domingo, 28 de octubre de 2012

CON QUEJAS, PERO SIGUE EL TRAPICHEO DE CATALUÑA

Los individuos y los pueblos se equivocan si creen que son como a ellos les parece que son.


Torpeza tan grande sería como la del industrial que desestimara las críticas a la calidad de sus productos porque contradicen a la que elogia la publicidad que el fabricante paga para venderlos.

Los dirigentes políticos de una de las regiones autonómicas de España insisten en que Gobierno español les da menos de lo que les corresponde y les cobra más de lo que deberían pagar.

Para ellos mismos, los catalanes son honestos, laboriosos, altruistas, generosos, desinteresados y víctimas de la rapacidad y la mala fe de sus vecinos.

Los vecinos de los catalanes los creen peseteros, engreídos, explotadores, antipáticos, ventajistas y descontentos interesados

Seguramente, los catalanes no son como ellos creen, ni lo que sus vecinos dicen que son los retrate con fidelidad.

No es el de los catalanes un caso único de discrepancia entre lo que a un pueblo le gustaría que definiera su carácter y lo que de ellos opinan sus vecinos.

Dicen que los andaluces son graciosos y alegres porque cuentan muchos chistes, abiertos de carácter porque son muy dicharacheros y vagos porque, además del trabajo, tienen otras ocupaciones.

La tópica adustez del paisaje de Castilla no tiene por qué reflejarse en la frugalidad y el severo modo de ser con que definen a los castellanos, ni la abundancia de lluvias hace más melancólicos a los ambiguos gallegos.

Los catalanes, en la orilla extrema del mar de la que procedieron los fenicios, son un pueblo viejo que ha vivido del comercio desde antes de que existieran las naciones.

Como comerciantes genéticos y con inmemorial dedicación al oficio, saben que gana más el que dá lástima que el que provoca envidia.

Por eso tienen como eficaz técnica de su oficio quejarse de que el gobierno de España los perjudica en el trato al cobrarles más de lo que valen los servicios que les vende y venden por debajo de su valor lo que el Gobierno de España les compra.

Seguramente vendedor y comprador tienen razón y, aunque el que venda protesta porque cobra poco y el que compra se queje de que paga demasiado, a los dos los beneficia el negocio.

Si así no fuera, romperían el trato.

viernes, 26 de octubre de 2012

EL LENGUAJE, ARMA IDEOLÓGICA

El alcalde de un pueblo no tiene necesidad de sobresalir por la pulcritud con que habla a sus conciudadanos ni le pagan para que invente neologismos que definan objetos o situaciones novedosas.


Lo que de un alcalde se espera es que gestione con honestidad, eficacia y buen sentido los recursos económicos y de personal que le han encargado administrar.

Tampoco tiene necesidad un alcalde de hablar deliberadamente mal el idioma común para alcanzar fines ideológicos , aunque para eso tenga que prostituir la función primordial del idioma: la comunicación.

Aparte de sus obligaciones administrativas, el alcalde es modelo involuntario para ciudadanos que lo imitan en lo que dice y en cómo lo dice para, por parecerse a él, asegurar que les seguirá concediendo subvenciones y empleos.

Esta doctrina abstracta es una deducción que prueba que el alcalde usó el palabro con fines políticos e ideológicos.

Ocurrió en el pleno municipal de la noche del jueves 25, cuando el alcalde de Palma del Río José Antonio Ruiz Almenara se descolgó con la ocurrencia de dirigirse como “portavoces y portavozas” a los concejales de la oposición encargados de intervenir en el pleno en nombre de sus grupos.

Podía haber sido un lapsus linguae, pero él mismo se encargó de confirmar que el audaz neologismo lo había empleado a propósito por motivos doctrinales o ideológicos.

“Estoy tan empeñado en luchar por la igualdad entre mujeres y hombres que, si tengo que usar para eso palabras que no se consideren correctas, lo hago”, replicó el alcalde a la extrañeza del portavoz del Partido Popular por el novedoso neologismo.

Tampoco el rigor de las cuentas municipales es fundamental, según la réplica del alcalde a una intervención en ese sentido del mismo portavoz.

“En el Partido Popular no habláis mas que de administrar porque no tenéis la sensibilidad de los palmeños, que están interesados en otras cosas.”

El alcalde está tan decidido a babelizar con fines ideológicos a la población como a seguir gastándose los impuestos en trivialidades ornamentales.

Hay en Palma del Río más parques infantiles por metro cuadrado que en Disneylandia y más museos sin visitantes o nunca abiertos al público que municipales automovilizados.

Pero la mayor amenaza a la convivencia de Palma del Río es la utilización del idioma como arma ideológica y política.

Que Dios no castigue a los habitantes de Palma del Río a dispersarse por los alrededores, como castigó a los de Babel por la soberbia en que incurrieron al querer llegar hasta el cielo.

A los de Palma del Río solo los castigaría por insensatos.

jueves, 25 de octubre de 2012

37 AÑOS DE DEMOCRACIA DESPUES DE 37 DE DICTADURA




Hace ahora 37 años faltaba menos de un mes para que Franco muriera sin que nadie lo hubiera echado, y ya se enmascaraban de demócratas los que hasta semanas antes convivían satisfechos con la Dictadura.

Era imposible que el franquismo sobreviviera sin su fundador y, para justificar el cambio radical inevitable, se agigantaron los problemas heredados de la dictadura tanto como se vaticinó la milagrosa bondad de la democracia.

El tiempo, que atenúa las desgracias del pasado y desde la realidad del presente hace mirar al futuro con recelo, permite apreciar que ni todos los males de España los causó la Dictadura de Franco ni la Democracia era el remedio para un país crónicamente atribulado.

Este 2012 se cumplen 37 años de la muerte de Franco y de la aurora democrática y el doble de la proclamación de Franco como Caudillo, que enmascaraba tenuemente su condición de Dictador.

Si el 37 no tiene propiedades cabalísticas debería tenerlas porque 37 años tardó en extenuarse el Dictador y su Dictadura y 37 años hace de los balbuceos iniciales de la Democracia.

Un análisis somero de la experiencia de los 37 años pasados da como resultado una conclusión desalentadora: la democracia, en caso de que el régimen que viene operando en España no sea una dictadura con disfraz de democracia, no ha resuelto los problemas del país sino que los ha agravado.

El anhelo independentista de algunas regiones de España se ha exacerbado en las regiones tradicionalmente separatistas y se ha contagiado a las demás, con mayor o menor virulencia.

La burocracia partidista en que se asienta el régimen postfranquista es tan despiadada como la falangista que servía de armazón ideológico a la dictadura, y mucho más insaciable.

El sistema de economía social de mercado en que se asientan los fundamentos sociales, políticos y económicos es, de hecho, un multimonopolio, gracias al acuerdo tácito entre empresarios del mismo sector para no competir entre ellos.

Ese sistema de cártel condiciona el suministro de electricidad, los servicios bancarios, el de los combustibles, la telefonía, el sindicalismo, la representación política ( los partidos establecidos se coaligan para cerrar las puertas a quien pretenda compartir el pastel del poder), la distribución de bienes y alimentos y hasta el dial de los televisores.

Tanto caracteriza el sistema económico de monopolios a las Dictaduras como el de la libre competencia a la democracia y, como la libre competencia está frenada en España por los monopolios, aquí no hay democracia.

Ni la habrá hasta que llegue lo imposible: olvidar Trento y cultivar la libertad que, al prohibirla, condenó a todos los pueblos a los que se impuso la herejía a permanecer siendo sociedades tuteladas por las jerarquías.

Y, si sabemos que las ideologías de derechas se fundamentan en el principio de la libertad, como las de izquierdas en el de la igualdad, que no les extrañe que a partidos socialdemócratas como los españoles Partido Popular, Socialista y los mencheviques de Izquierda Unida, les asusta la libertad por lo que, de su mano, es una utopía que permitan el sistema democrático.

Por eso, en España, es imposible que se asiente la democracia porque solo podría hacerlo un partido de derechas y, en sus 25 siglos de historia, nadie de derechas ha gobernado, ni por un minuto.-







miércoles, 17 de octubre de 2012

EL NEGOCIO SINDICAL Y LA ENSEÑANZA

           
  

Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores son las dos principales empresas españolas en el sector de representación y manipulación de los trabajadores.
Lo lógico sería que UGT y CCCO, compitieran entre ellos para arrebatarle clientes a su rival. Al fin y al cabo, venden el mismo servicio al mismo sector social, el de los asalariados.
Pero no es así, porque sus dos líderes van de la mano, traman planes comunes como si no necesitaran encuadrar en cada uno de los sindicatos el mayor número de afiliados, captados de la empresa rival.
No pierden el tiempo disputándose clientes porque, sin duda, ambos cuentan con una fuente de ingresos más segura ,rentables y prestigiosas: defender los intereses políticos de los partidos socialista y comunista, llamado ahora izquierda unida.
Los dos sindicatos de la huelga y el alboroto pagados han estado esta semana calentando motores para montar, por encargo de sus clientes políticos, una huelga general para el 24 de Noviembre contra el adversario común: el gobierno de España, formado por el Partido Popular.
En uno de los ensayos de la huelga, han movilizado a los estudiantes que, aunque todavía no son asalariados, colaboran con el entusiasmo propio de su edad a armar jaleo.
Como la convocatoria de manifestaciones y huelgas necesitaba un pretexto, buscaron uno que, aunque de tentador gancho, sabían que es falso: la relación directa entre inversión pública en educación y calidad de la enseñanza.
Lo cierto es que,  según el informe PISA de la OCDE, una mayor inversión en enseñanza tiene una influencia en la calidad educativa nunca superior al diez por ciento.
Según el informe PISA sobre inversión y calidad en la enseñanza, los países europeos miembros de la OCDE destinan a enseñanza primaria, por término medio, 5.171 euros por alumno y año, España, 5.432. Alemania 4.613, y Francia 5.025.
La calidad de la enseñanza española, aunque supere la media que invierten los países europeos, solo supera en Europa a la calidad educativa en Malta y Turquía.
Antonio Cabrales y Florentino Felgueroso, destacados profesores universitarios españoles, expertos en economía de la educación, coinciden con Andreas Schleicher, jefe de analistas del programa PISA, en que “la relación de los fondos destinados a la enseñanza con el rendimiento escolar es muy débil”.
Los factores más influyentes son, además de la capacidad didáctica y el respeto a la autoridad del profesor, premios y sanciones que estimulen el esfuerzo, la capacidad y el rendimiento de los alumnos.
Esfuerzo, dedicación, capacidad y respeto al maestro, tres principios de los que los sindicatos huyen como el diablo del agua bendita.