jueves, 15 de octubre de 2009

EL ADMIRABLE CHAVES

En ésta Andalucía tan propensa a partirse en dos—oriental y occidental, interior y marina, atlántica y mediterránea, bética y sevillista, romerista y paulista—por fin ha triunfado la unanimidad: todos los andaluces admiran a Manuel Chaves.
Pero, como no podía ser menos, los motivos del encandilamiento por el que fue Presidente de la Junta de Andalucía media eternidad larga, también divide a los andaluces.
La mitad encomia la fuerza de voluntad de su insobornable modestia gracias a la que salió de la presidencia de Andalucía tan pobre como había entrado 19 años antes.
La otra mitad de los andaluces, los malpensados que hasta en ésta tierra bendita abundan, admiran a Chaves por su habilidad para tapar lo que juntó para que sus tataranietos no tengan problemas, en caso de otra desaceleración de la actividad económica.
El incombustible Manuel Chaves, que mejoró su frugal salario de ministro para ganar algo más como presidente de la Junta y prosperó al acceder a la vicepresidencia tercera del Gobierno, lleva cinco lustros percibiendo sueldos superiores al salario mínimo y , en esta Andalucía de francachelas y juergas gitanas, destaca porque, dicen, es más agarrado que una pelea de perros.
Con tan buen sueldo durante tantos años y tan poco derroche conocido, su magro patrimonio es, exactamente, de 68.964 euros.
Después de una vida dedicada a servir a los demás, un político de raro éxito como Manuel Chaves, que lo ha hecho todo en política y todo lo ha hecho bien, ha juntado para poderse comprar tres plazas de aparcamiento en el pueblo cordobés de Palma del Rio.
El rendimiento económico por los desvelos de Manuel Chaves, ministro de trabajo, presidente de la junta de Andalucía y vicepresidente del gobierno de España es media docena de rayas pintadas en el sótano de uno de los pueblos que gobernó, a 18.000 euros el espacio entre cada una de las dos rayas, y le sobraría para un coche de segunda mano.
Y dicen que lo políticos ganan demasiado...

miércoles, 14 de octubre de 2009

¡QUE VIENEN LOS MOROS!

Con el trabajo que nos costó echar a los moros de nuestras costas, el imprudente José Luis Rodríguez Zapatero parece empeñado en que vuelvan.
Por zalemas menos elogiosas que las que el miércoles dirigió Zapatero al imán de la Mezquita de los Omeyas de Damasco, Tariq Ibn Ziyad creyó que el gobernador bizantino de Ceuta, Don Julián, lo invitaba a España y costó ocho siglos librarnos del caudillo moro y sus bereberes.
Y es que en la florida prosa árabe las palabras tienen mayor valor simbólico que semántico y pedirle a un moro “que sus plegarias lleven la paz a todas las regiones del mundo” puede interpretarlo como ruego de que nos obligue a todos a vestir chilaba.
Si el que se adora en la mezquita de Damasco es el mismo Dios único al que sus compatriotas rezan en las iglesias de España ¿por qué ha tenido que ir tan lejos el Presidente del Gobierno español a visitar un templo, si tiene tantos y tan hermosos en su tierra?
Puede que su visita a la mezquita de los Omeyas sea el síntoma inicial de un arrebato de misticismo y que, en adelante, aconseje a sus próximos que frecuenten más las iglesias españolas y menos los desfiles del día de del orgullo gay (gayo, vistoso o elegante en traducción castellana literal y marica en la figurada).
Si así no fuera y el de Damasco fuera solo uno más de sus deslices, haría bien Zapatero en instruir a los soldados destinados en Afganistan para que se apresuren a adquirir experiencia en combate y los repatríe cuanto antes, igual que a los que ha despachado a Líbano y otras tierras mahometanas.
Porque los moros, como el año 711, pueden coger el rábano por las hojas, interpretar lo que pretendió que fuera una simple cortesía por invitación formal, y plantársenos aquí para obligarnos a mirar a La Meca cuando recemos. Y tendremos que rezar todos, no como con el cristianismo que reza solo el que quiere.

martes, 13 de octubre de 2009

LA HORA DE ESPERANZA AGUIRRE

Mal médico es el que en vez de aliviar la dolencia la agrava, y el tratamiento de Mariano Rajoy contra las secuelas de la epidemia Gürtel en Valencia es peor que la enfermedad porque la gangrena amenaza extenderse a todo el Partido Popular.
Madrid, uno de los focos en que los corruptores encontraron políticos del partido felices por dejarse corromper, atajó el contagio porque Esperanza Aguirre amputó sin vacilar a los miembros gangrenados.
Rajoy es un político al que paralizan sus titubeos, mientras que la Presidenta de la Comunidad de Madrid mantiene fría la cabeza y firme el pulso cuando la situación exige actuar sin vacilación.
Lo demostró cuando dos trásfugas del PSOE empañaron su elección como Presidenta de Madrid, en el atentado de la India y al apartar de la política a los implicados en el asunto Correa.
Rajoy sería posiblemente un Presidente del Gobierno memorable si no tuviera que intervenir en los asuntos del Estado, porque España atravesara un período de próspera tranquilidad y no hiciera falta nadie que la guiara.
Pero en una crisis económica a la que no se le ve final y que necesita mano firme para superarla, hace falta una política de acción como Esperanza Aguirre, y no un hombre bueno y abocado a interminables reflexiones como Mariano Rajoy.
Si, además de la economía el próximo presidente del Gobierno no se enfrentara a la acuciante necesidad de reajustar las obligaciones y responsabilidades del Gobierno Central, de las Comunidades Autónomas y de los Ayuntamientos, sería el momento de Rajoy.
Los palos de ciego que José Luis Rodríguez Zapatero ha dado en sus cinco años de gobierno han enconado la crisis económica, ha embarullado las relaciones entre comunidades autónomas y han agriado las disputas sociales.
Sería una temeridad que lo sucediera quien, aunque sepa lo que hay que hacer, carezca de determinación para hacerlo.

lunes, 12 de octubre de 2009

LAS NUEVAS FUERZAS ARMADAS

¿Qué ejército que se precie permite que sus soldados desfilen al compás de una “melodía”, en vez de marcar el paso al son de una marcha militar? El español.
¿Qué aguerrida unidad tolera que se llame a sus soldados “compañeros” del carnero adoptado como mascota? El Tercio de Extranjeros, o Legión Española.
Esas, y otras expresiones, no fueron los únicos eufemismos o equívocos interesados a los que recurrieron los locutores de la televisión estatal para narrar el desfile del Día de las Fuerzas Armadas.
Respondían a la consigna del candoroso buenismo gubernamental para transmutar a los Ejércitos Españoles, brazo al que se dota de armas para que combata, y si es posible derrote al enemigo, en una costosa fraternidad caritativa.
No oculta el régimen que se implantó con Rodríguez Zapatero su intención de revolucionar el concepto tradicional de las fuerzas armadas porque José Bono, que como Presidente de las Cortes es la tercera autoridad en la jerarquía del Estado, lo dejó claro.
“Prefiero que me maten a tener que matar”, proclamó Bono cuando fue ministro de Defensa de Zapatero, en clara formulación filosófica de las nuevas Fuerzas Armadas españolas: facilitar la victoria del enemigo.
Como son coherentes,inducen a los españoles a integrarse en ese aparato militar filantrópico con anuncios publicitarios que resaltan el auxilio a poblaciones en catástrofes naturales como inundaciones, incendios o terremotos.
Pero los destinan a conflictos como el de Afganistán donde los nativos, que no han visto el anuncio, les disparan y los matan sin consideración a que los han mandado allí en misión de paz.

jueves, 8 de octubre de 2009

TRUCOS PARA DIABETICOS

Si en el inacabable universo hubiera algún otro planeta habitado, seguramente sería menos afortunado que la Tierra, a la que El Creador favoreció estableciendo en ella los Estados Unidos de América del Norte.
¿Qué sería de los seis mil millones de habitantes de la tierra sin ascensores, coca-cola, telefilmes, bombas atómicas o hamburguesas? Todo eso, que hace de éste un planeta en el que merece la pena vivir, se lo debe la Humanidad a los Estados Unidos.
Como no es oro todo lo que reluce, también de allí llegan plagas: los Simpson, las películas de Woody Allen, las hipotecas basura, la obligatoriedad de su sistema democrático y las encuestas de opinión.
Son más las ventajas que los inconvenientes de que Dios pusiera en nuestro Planeta a los Estados Unidos y no es la más baladí la sistematización de usar manuales de consejos obvios para tareas habituales.
Debra Zellner, una psicóloga de la Universidad Estatal Monclair de New Jersey, es una emérita ciudadana que, desde los Estados Unidos—como no podía ser menos—ha estudiado concienzudamente un arduo problema al que nos enfrentamos, si no toda la Humanidad, al menos una selecta minoría de seres humanos, los diabéticos.
Gracias a sus experimentos con cobayas de laboratorio y con seres humanos, Debra Zellner aconseja a los diabéticos algunos trucos que, por no haberlos ideado los que padecemos esa enfermedad, caemos en la tentación que arruina todavía mas nuestra salud: los platos de los que, aunque nos hagan la boca agua, no deberíamos abusar.
1.-No comer lo que nos daña a la misma hora, de la misma forma ni en el mismo lugar. Para que nos entendamos, hay que evitar tomar una madalena cada día con el café del desayuno. Nos crearíamos a nosotros mismos una dependencia nociva.
2.-No huir, como el diablo el agua bendita, de lo que más nos guste.(Si rechazamos por sistema el pastel de nata con el que soñamos, en la primera ocasión que celebremos algo extraordinario nos zamparemos uno).
3.-Hay que aplacar el hambre aguda con comida poco apetitosa porque el organismo confunde la saciedad con el placer que proporciona lo ingerido.
Bendita Debra Zellner, ejemplo del altruismo desinteresado del pueblo de su país, que desde una sociedad rica se propone como ejemplo a los pobres de las demás naciones.
Si Debra fuera diabética, que Dios no lo quiera, sabría que no es lo mismo predicar que dar trigo.

martes, 6 de octubre de 2009

RAJOY, SOSTEN DE ZAPATERO

¿Qué necesidad tiene el socialista José Luis Rodríguez Zapatero de gobernar con eficacia si la evidente ineptitud del popular Mariano Rajoy como jefe de la oposición lo acredita como el menor entre dos males?
Mucho hay que esforzarse para no parecer claramente mejor que Zapatero, pero Rajoy lo consigue sin aparente esfuerzo, quizá porque sea cierta su fama de indolente.
Al líder del principal partido de la oposición lo mima y lo fustiga la caprichosa fortuna. Llegó a esa posición de privilegio porque quiso su antecesor. El más salvaje atentado en la historia de España dos días antes de las elecciones evitó que las ganara.
Volvió a sonreírle la suerte porque a la desastrosa gestión del gobierno en su primera legislatura se añadió en la segunda una virulenta crisis, gestionada por Zapatero para empeorarla y no para remediarla.
Es razonable que los electores duden que Rajoy pueda sacar al país del embrollado atolladero económico, si no es capaz de poner orden en su propio partido.
La suerte y su manifiesta pasividad frente a los escándalos por corrupción que sacuden al Partido Popular indican que Rajoy carece de la determinación precisa para sajar una herida purulenta.
¿Es preferible lo malo (Zapatero) conocido que lo peor (Rajoy) por conocer?
Es cierto que en este sistema político son los gobiernos los que pierden las elecciones y no la oposición la que las gana, pero quien quiera gobernar debe parecer que, si no más eficaz, no es mucho menos inepto que el que gobierna.
El bien de la Patria, que se decía en la denostada etapa fascista, es un concepto del pasado, imposible además de cumplir cuando cada año, como ocurre en España, el que gobierna tiene obligación de ganar alguna elección, siempre decisiva. Se gobierna para ganar elecciones, no para resolver problemas del presente y eludir los del futuro.
El objetivo prioritario—que popularizó mi admirado Luis María Anson—del político de la España actual es ganar los siguientes comicios. Resolver los problemas de la gente es solo un método, engorroso y complicado, de ganar elecciones.
El triunfo electoral se consigue más fácilmente demostrando que elegir al contrincante es más arriesgado. Zapatero lo sabe y Rajoy no. O posiblemente no quiera saberlo porque lo obligaría a tomar decisiones y poner orden en su partido, para que lo crean cuando promete poner orden en el país.

COSAS DE PIRATAS

Los dos detenidos por piratas del “Alakrana” no tendrán que jugarse la vida en una patera para llegar a España: lo harán en un vuelo fletado para traerlos, los alojarán en una habitación con aire acondicionado, les darán sopicaldo, huevos fritos y yogurt durante varios meses y después los soltarán.
A partir de ese momento será cuando empiecen sus problemas porque, como otros millares de inmigrantes, tendrán que agenciarse la vida por su cuenta y no a costa del Estado.
Ejemplar castigo el que les espera por piratear. Ojalá sean discretos y no lo cuenten a sus compatriotas porque, si su experiencia se conociera en las costas del Mar Rojo, acabará el negocio de las pateras.
Así será en el mejor de los casos porque, para enjuiciarlos y condenarlos, la justicia española tendrá que hilar muy fino y eludir los argumentos de sus abogados para que los suelten sin cargos.
El delito de piratería no está especificado en el código penal español y, para que se les pueda aplicar el Convenio de las Naciones Unidas sobre derecho del mar de 1958, habría que demostrar que subieron al “Alakrana” cuando navegaba más allá del límite de 200 millas marinas, y fuera del control jurisdiccional de alguno de los estados ribereños.
Si la suerte se alía con la habilidad del fiscal, se les podría condenar por robo a mano armada por lo que, en un suspiro, estarán en la calle gracias a los generosos beneficios penitenciarios españoles.
Así no hay manera de escarmentar a los piratas. Felices tiempos aquellos en los que se les ponía a secar de un mástil.
Como lamentar lo que el viento se llevó no soluciona los problemas del presente ni del futuro, la marina española debería programar prácticas de tiro más exigentes para los marineros del “Canarias”, que solo hirieron a uno de los dos malhechores.