Como en aquel verano de 1969 en el que Edward Kennedy huyó del canal Poucha y del cadáver de Mary Jo Kopechne atrapado en su Oldsmobile 88, también en este de 40 años después muchos quieren desentrañar la respuesta que trae el soplo del viento.
La Acapulco gold, la marihuana de Guerrero, no estimula como entonces el ansia por conocer los límites de la revolución sexual que había encontrado en una guerra incomprensible el pretexto para justificar el frenesí del sexo sin miedo.
La pregunta que se hacen los ciudadanos en el verano de 2009, los jóvenes condenados a competir en una guerra tan feroz como la de Vietnam aunque no se libre en la jungla sino en el mercado laboral, es cómo sobrevivir con mil euros mensuales.
Si el soplo del viento sugiere la respuesta, al menos en España es un viento borrascoso que barrerá el relativo sosiego estival, en cuanto la reviviscencia otoñal acabe con el letargo del verano.
La ráfaga que en agosto descubrió que hay parados a los que se les ha terminado el período regular de subsidio de desempleo y que se quiso tapar precipitadamente con subsidios adicionales, se encrespará en los próximos meses.
Los que encontraron trabajo en servicios de atención a los veraneantes perderán su empleo y se sumarán a los parados de antes del verano.
Habrán terminado las obras de parcheo los subsidiados con fondos para seis meses en los ayuntamientos.
Aumentarán los impuestos a los que no han perdido su empleo para subsidiar a los que todavía no han encontrado trabajo.
El gobierno tendrá un pretexto para seguir sin adoptar las medidas que unánimemente le piden para atajar la crisis, porque la borrasca política que desencadenará fatalmente la resolución del contencioso del estatuto de Cataluña le atará las manos.
Podrá, así, escudarse en un parapeto originalmente artificial que el mismo gobierno creó para dedicarse a lo urgente—la controversia sobre el estatuto—y relegar lo importante: reformas estructurales que resuelvan la crisis de la economía.
El pecado de alentar el nuevo estatuto catalán que nadie pedía le hará pagar al gobierno la penitencia que se ha buscado: si el Tribunal Constitucional falla en contra de lo que pretenden los nacionalistas, el gobierno puede perder su estabilidad parlamentaria.
Si el fallo del Tribunal Constitucional favoreciera las tesis nacionalistas, supondría una enmienda a la Constitución de 1978 y, en consecuencia, una crisis de Estado.
Los vientos otoñales en los que sopla la respuesta al futuro no barrerán solo la hojarasca veraniega de España: aporrea las puertas del país una gripe imparable y el gobierno, tan ducho en eludir sus obligaciones como proclive a sucumbir a las tentaciones, caerá en la de dedicarse en cuerpo y alma a preparar su semestre de presidencia europea.
miércoles, 26 de agosto de 2009
domingo, 23 de agosto de 2009
OBAMA DECEPCIONO A ZAPATERO
¿Compensan los halagos a su vanidad las incomodidades del líder por tener que corregir permanentemente a quienes intentan y no logran seguir el camino de su liderazgo?
José Luis Rodríguez Zapatero, ejemplo y guía de Barak Husein Obama, estará decepcionado en su bien merecido reposo lanzaroteño por el traspiés del Presidente de Estados Unidos, desviándose de su magisterio.
¿Cómo puede pasar por alto Zapatero el error de Obama que la indiscreta televisión mostró la tarde del domingo?
¿Que qué mostró? Que las cuatro norteamericanas del equipo de 4X400 eran de raza negra.
No subsaharianas porque no habían nacido al sur del Sahara, sino en Watts o, posiblemente, en Bedford Stuyvesant.
El error de Obama no tiene nada que ver con que las atletas fueran subsaharianas o afro-americanos, sino con que fueran negras las cuatro
Si la población negra de los Estados Unidos representa solo el 20 por ciento del total, ¿por qué en el equipo femenino norteamericano de relevos que ganó la prueba de Berlín había esa homogeneidad racial discriminatoria de la blanca, mayoritaria?
Dicen que Zapatero adoctrinó cumplidamente a Obama para que imitara su regla de la paridad, pero el norteamericano debió de estar despistado o pensando en dar la ciudadanía norteamericana a todos los musulmanes, porque ha incumplido la doctrina de su maestro español.
Si hubiera estado atento y hubiera comprendido la norma de la paridad que Zapatero ha impuesto en su gabinete y en las listas electorales, dos de las cuatro atletas norteamericanas habrían sido de raza negra y las otras dos de raza blanca.
A ver qué excusa le pone a su maestro cuando le recrimine su fallo porque, como es tan artero, Obama es capaz de argumentar que las cuatro eran negras porque fueron las mejores en los “trials” de clasificación previos a los mundiales.
No vale porque ¿somete Zapatero a trials a los que después nombra ministros? ¿a qué contrincante le ganó Bibiana Aido para que Zapatero la integrara en el equipo ministerial, y a quien desplazó de ese equipo en las pruebas previas a su nombramiento?
Solo hay una explicación plausible para el traspiés del colega y discípulo norteamericano de Zapatero: que Obama sea corto de entendederas y no captara la sutiliza sobre la eficacia de la norma de la paridad, como método para designar a quienes tienen que representar a toda la ciudadanía de sus países.
José Luis Rodríguez Zapatero, ejemplo y guía de Barak Husein Obama, estará decepcionado en su bien merecido reposo lanzaroteño por el traspiés del Presidente de Estados Unidos, desviándose de su magisterio.
¿Cómo puede pasar por alto Zapatero el error de Obama que la indiscreta televisión mostró la tarde del domingo?
¿Que qué mostró? Que las cuatro norteamericanas del equipo de 4X400 eran de raza negra.
No subsaharianas porque no habían nacido al sur del Sahara, sino en Watts o, posiblemente, en Bedford Stuyvesant.
El error de Obama no tiene nada que ver con que las atletas fueran subsaharianas o afro-americanos, sino con que fueran negras las cuatro
Si la población negra de los Estados Unidos representa solo el 20 por ciento del total, ¿por qué en el equipo femenino norteamericano de relevos que ganó la prueba de Berlín había esa homogeneidad racial discriminatoria de la blanca, mayoritaria?
Dicen que Zapatero adoctrinó cumplidamente a Obama para que imitara su regla de la paridad, pero el norteamericano debió de estar despistado o pensando en dar la ciudadanía norteamericana a todos los musulmanes, porque ha incumplido la doctrina de su maestro español.
Si hubiera estado atento y hubiera comprendido la norma de la paridad que Zapatero ha impuesto en su gabinete y en las listas electorales, dos de las cuatro atletas norteamericanas habrían sido de raza negra y las otras dos de raza blanca.
A ver qué excusa le pone a su maestro cuando le recrimine su fallo porque, como es tan artero, Obama es capaz de argumentar que las cuatro eran negras porque fueron las mejores en los “trials” de clasificación previos a los mundiales.
No vale porque ¿somete Zapatero a trials a los que después nombra ministros? ¿a qué contrincante le ganó Bibiana Aido para que Zapatero la integrara en el equipo ministerial, y a quien desplazó de ese equipo en las pruebas previas a su nombramiento?
Solo hay una explicación plausible para el traspiés del colega y discípulo norteamericano de Zapatero: que Obama sea corto de entendederas y no captara la sutiliza sobre la eficacia de la norma de la paridad, como método para designar a quienes tienen que representar a toda la ciudadanía de sus países.
viernes, 21 de agosto de 2009
LOS POBRES DE DON JOSE BLANCO
Hay quien dice que Don José Blanco pretendía reavivar la polémica sobre la pobreza que en el siglo doce provocó tanta sangre, pero seguramente será otro infundio de sus adversarios.
Lo cierto es que, al propugnar que se pague el subsidio de 420 euros mensuales con impuestos adicionales “a las rentas más altas”, el ministro de fomento ha planteado, sin querer, la controversia sobre a quien se debe considerar rico o pobre.
La primera impresión es que está más cerca de los radicales medievales, que reservaban la calidad de pobres a los mendicantes, que de los más moderados que incluían a los sometidos a regla monacal y que se ganaban el sustento con su trabajo.
Es esta una época mediatizada por la ideología y la política, por lo que el ministro Blanco, preclaro ideólogo de su partido, considerará pobres a quienes dependen del Estado para sobrevivir y ricos a los que se ganen el pan sin recibirlo del Estado.
En definitiva, que “los pobres del mundo” que invoca el himno de su partido, son para Don José Blanco los que reciben subsidio de paro.
Como la ideología marxista del partido socialista de Don José Blanco y de sus parientes comunistas predica el monopolio estatal de todos los bienes de producción, el aprovechamiento ideológico de la actual crisis económica es obvio:
La izquierda, por coherencia, debe reducir el número de los que no necesitan al Estado para vivir, aumentando el de los que alimenta el Estado.
Hay, por tanto, que empobrecer a los ricos que se ganan el pan por su cuenta, para que, cuanto antes, alcancen la categoría de pobres que les permita acceder a los subsidios del Estado.
No es don José Blanco nada original porque hay precedentes de esa política en la historia de la Humanidad.
Uno de sus tocayos más ilustres, Don José Stalin, se cargó a los kulaks, los campesinos que cultivaban sus pequeñas propiedades, vivían de ellas y alimentaban con sus excedentes a quienes se los compraban.
Mató directamente o por deportación a diez millones de esos campesinos, pero logró que toda Rusia pasara hambre.
Más cercano en el afecto, ya que no en la distancia geográfica, es el caso cubano donde prohibieron a los hortelanos—muchos de ellos de origen chino—que siguieran cultivando sus huertos, gracias a lo que la población cubana anda desde hace 50 años haciendo trampas con las cartillas de racionamiento.
Lo cierto es que, al propugnar que se pague el subsidio de 420 euros mensuales con impuestos adicionales “a las rentas más altas”, el ministro de fomento ha planteado, sin querer, la controversia sobre a quien se debe considerar rico o pobre.
La primera impresión es que está más cerca de los radicales medievales, que reservaban la calidad de pobres a los mendicantes, que de los más moderados que incluían a los sometidos a regla monacal y que se ganaban el sustento con su trabajo.
Es esta una época mediatizada por la ideología y la política, por lo que el ministro Blanco, preclaro ideólogo de su partido, considerará pobres a quienes dependen del Estado para sobrevivir y ricos a los que se ganen el pan sin recibirlo del Estado.
En definitiva, que “los pobres del mundo” que invoca el himno de su partido, son para Don José Blanco los que reciben subsidio de paro.
Como la ideología marxista del partido socialista de Don José Blanco y de sus parientes comunistas predica el monopolio estatal de todos los bienes de producción, el aprovechamiento ideológico de la actual crisis económica es obvio:
La izquierda, por coherencia, debe reducir el número de los que no necesitan al Estado para vivir, aumentando el de los que alimenta el Estado.
Hay, por tanto, que empobrecer a los ricos que se ganan el pan por su cuenta, para que, cuanto antes, alcancen la categoría de pobres que les permita acceder a los subsidios del Estado.
No es don José Blanco nada original porque hay precedentes de esa política en la historia de la Humanidad.
Uno de sus tocayos más ilustres, Don José Stalin, se cargó a los kulaks, los campesinos que cultivaban sus pequeñas propiedades, vivían de ellas y alimentaban con sus excedentes a quienes se los compraban.
Mató directamente o por deportación a diez millones de esos campesinos, pero logró que toda Rusia pasara hambre.
Más cercano en el afecto, ya que no en la distancia geográfica, es el caso cubano donde prohibieron a los hortelanos—muchos de ellos de origen chino—que siguieran cultivando sus huertos, gracias a lo que la población cubana anda desde hace 50 años haciendo trampas con las cartillas de racionamiento.
jueves, 20 de agosto de 2009
ZAPATERO, EL MAGO
Este Zapatero con el que los españoles se autoflagelan para expiar la remota devoción a Franco y su más reciente apoyo al Franco de guardarropía que era Aznar, sabe que puede repetir sus trucos mientras el público de su espectáculo de prestidigitación se empeñe en tener los ojos cerrados.
La técnica es repetitiva: poner un tapón en las orejas para acallar el ruido, bajar la fiebre para ocultar la infección que la provoca o subsidiar al parado para que se olvide de la crisis que lo dejó sin trabajo.
Pero el estrépito es cada vez mayor, la infección más virulenta y los recursos para los subsidios cada vez más escasos.
A los que le han aconsejado tratamientos para la crisis que ataquen el mal en vez de los síntomas, Zapatero los había ignorado. Hasta ahora.
Porque, después de comprobar que el subsidio adicional de 420 euros mensuales a los parados que han agotado el período de subsidio a que tenían derecho no alcanza a todos los que siguen si encontrar trabajo, se ha resignado a consultar con otros el paso siguiente.
Claro que, como todo, esa consulta también parece lo que no es porque si el asesoramiento que ha decidido buscar es el de los sindicatos, va a ser como si hablara consigo mismo porque los líderes sindicales son trasunto de Zapatero, como Zapatero lo es de Ignacio Fernández Toxo y de Cándido Mendez.
Sabe Zapatero que, si dice a los dos sindicalistas que ha visto un burro volando, se limitarán a confirmarle que volaba a tres mil metros de altura.
Solo faltaba averiguar de donde sacará Zapatero el dinero adicional para pagar los subsidios adicionales.
Lo mismo que Dios habló a través de la burra de Balán, el presidente del gobierno lo ha hecho por la de su ministro de Fomento, Don José Blanco: el dinero para los que no lo tienen lo sacará el gobierno de los que tienen demasiado.
Es decir, de más impuestos. Por supuesto, el gobierno seguirá empleando el dinero que hace tanta falta en España para fomentar la mariconería en Zimbabue y en viajes de turismo caro de María Teresa para que pase con garbo sus modelos exclusivos por las pasarelas del mundo.
La técnica es repetitiva: poner un tapón en las orejas para acallar el ruido, bajar la fiebre para ocultar la infección que la provoca o subsidiar al parado para que se olvide de la crisis que lo dejó sin trabajo.
Pero el estrépito es cada vez mayor, la infección más virulenta y los recursos para los subsidios cada vez más escasos.
A los que le han aconsejado tratamientos para la crisis que ataquen el mal en vez de los síntomas, Zapatero los había ignorado. Hasta ahora.
Porque, después de comprobar que el subsidio adicional de 420 euros mensuales a los parados que han agotado el período de subsidio a que tenían derecho no alcanza a todos los que siguen si encontrar trabajo, se ha resignado a consultar con otros el paso siguiente.
Claro que, como todo, esa consulta también parece lo que no es porque si el asesoramiento que ha decidido buscar es el de los sindicatos, va a ser como si hablara consigo mismo porque los líderes sindicales son trasunto de Zapatero, como Zapatero lo es de Ignacio Fernández Toxo y de Cándido Mendez.
Sabe Zapatero que, si dice a los dos sindicalistas que ha visto un burro volando, se limitarán a confirmarle que volaba a tres mil metros de altura.
Solo faltaba averiguar de donde sacará Zapatero el dinero adicional para pagar los subsidios adicionales.
Lo mismo que Dios habló a través de la burra de Balán, el presidente del gobierno lo ha hecho por la de su ministro de Fomento, Don José Blanco: el dinero para los que no lo tienen lo sacará el gobierno de los que tienen demasiado.
Es decir, de más impuestos. Por supuesto, el gobierno seguirá empleando el dinero que hace tanta falta en España para fomentar la mariconería en Zimbabue y en viajes de turismo caro de María Teresa para que pase con garbo sus modelos exclusivos por las pasarelas del mundo.
martes, 18 de agosto de 2009
TRINIDAD NO NOS DEJA
Si al diagnosticar que la sociedad española está madura hubiera querido decir que ha alcanzado la sensatez que hace innecesario que la guíen, estaríamos de enhorabuena.
Pero cuando Trinidad Jiménez dijo lo que dijo pensaba que la sociedad española ha alcanzado ya el punto de sazón que aconseja devorarla antes de que, como la fruta madura, se pase de punto.
Ay, Trinidad de mis pecados, con lo bien que estabas recuperando para España los reinos perdidos de América, te tuvieron que repatriar para que nos anuncies que nos dejas sin fumar.
Tu partido, al que no le gusta el ciudadano como es y se empeña en cambiarlo, te ha designado para que aprietes más la tuerca y nos transformes en lo que queréis que seamos, impidiéndonos seguir siendo lo que somos.
No hay mal que por bien no venga porque, a fuerza de prohibiciones, os estáis quitando la careta con que los de izquierdas se disfrazaron para hacerse pasar por paladines de la Libertad.
Porque, sagaz, hermosa, sensual, honesta y lúcida Trinidad, no ignoras que cada prohibición es una mutilación de la libertad y que, si los socialistas continuáis el frenesí prohibicionista y transformador de los españoles que tan esforzadamente habéis emprendido, no vais a dejarnos más que una libertad: la de votar.
Y hasta esa libertad, que algunos nos empeñamos en no ejercer, es condicional porque por presión, soborno o inducción, canalizáis las papeletas a la urna socialista, privando al sufragio de lo indispensable para que sea moralmente válido: la libertad.
Y, ¿sabes Trinidad lo peor? Que los que habéis combatido con tanta brillantez dialéctica las contradicciones del capitalismo y de la superstición estáis demostrando que os habéis contaminado de sus vicios.
Acuérdate cuando culpabais a la Iglesia Católica de empeñarse en que fuéramos al cielo pese al derecho de cada uno de ir voluntariamene al infierno.
Tú te empecinas en que los que conscientemente arriesgamos nuestra salud fumando, dejemos de fumar.
Como lo curas que prohibían el fornicio a los que tenían la oportunidad de fornicar, aunque al hacerlo supieran que cambiaban un instante de placer terrenal por el tormento eterno en el Más Allá.
Pero cuando Trinidad Jiménez dijo lo que dijo pensaba que la sociedad española ha alcanzado ya el punto de sazón que aconseja devorarla antes de que, como la fruta madura, se pase de punto.
Ay, Trinidad de mis pecados, con lo bien que estabas recuperando para España los reinos perdidos de América, te tuvieron que repatriar para que nos anuncies que nos dejas sin fumar.
Tu partido, al que no le gusta el ciudadano como es y se empeña en cambiarlo, te ha designado para que aprietes más la tuerca y nos transformes en lo que queréis que seamos, impidiéndonos seguir siendo lo que somos.
No hay mal que por bien no venga porque, a fuerza de prohibiciones, os estáis quitando la careta con que los de izquierdas se disfrazaron para hacerse pasar por paladines de la Libertad.
Porque, sagaz, hermosa, sensual, honesta y lúcida Trinidad, no ignoras que cada prohibición es una mutilación de la libertad y que, si los socialistas continuáis el frenesí prohibicionista y transformador de los españoles que tan esforzadamente habéis emprendido, no vais a dejarnos más que una libertad: la de votar.
Y hasta esa libertad, que algunos nos empeñamos en no ejercer, es condicional porque por presión, soborno o inducción, canalizáis las papeletas a la urna socialista, privando al sufragio de lo indispensable para que sea moralmente válido: la libertad.
Y, ¿sabes Trinidad lo peor? Que los que habéis combatido con tanta brillantez dialéctica las contradicciones del capitalismo y de la superstición estáis demostrando que os habéis contaminado de sus vicios.
Acuérdate cuando culpabais a la Iglesia Católica de empeñarse en que fuéramos al cielo pese al derecho de cada uno de ir voluntariamene al infierno.
Tú te empecinas en que los que conscientemente arriesgamos nuestra salud fumando, dejemos de fumar.
Como lo curas que prohibían el fornicio a los que tenían la oportunidad de fornicar, aunque al hacerlo supieran que cambiaban un instante de placer terrenal por el tormento eterno en el Más Allá.
lunes, 17 de agosto de 2009
ESPAÑA: UNA DEMOCRACIA EFICAZ
Las dificultades imprevistas a las que se enfrentan a veces los países ponen a prueba la eficacia de sus instituciones estatales.
La muerte del Caudillo solo confirmó lo que desde hacía años era evidente: que las instituciones con que se había acorazado la dictadura habían perdido su eficacia para perpetuarla.
La feroz crisis económica que desde hace dos años afecta al país ha puesto en evidencia, por el contrario, la solidez y eficacia del sistema democrático español.
A quienes crean lo contrario los influye su aspiración a la excelencia, que los induce a descalificar lo que es bueno porque podría ser mejor.
Durante la crisis, los partidos políticos han cumplido cabalmente la función que de ellos se esperaba: el socialista respaldó con lealtad al gobierno y el popular lo criticó para que los ciudadanos supieran que, si el gobierno fallara, había alternativas posibles a su política.
Funcionaron a la perfección, además del Parlamentario y el Ejecutivo, el Poder judicial, que ha velado celosamente por el cumplimiento de la legalidad en períodos de crisis y tribulación.
Los sindicatos aportaron su encomiable moderación y evitaron soliviantar a los trabajadores con demandas exacerbadas.
Tan congruentes con su ideología han sido los socialistas como los populares: los primeros comprometieron todos los recursos del Estado, al que consideran herramienta para transformar la sociedad, a cambio de tutelarla y controlarla desde el Estado.
Recurrieron por eso a subsidiar directamente a los parados, que seguramente lo recordarán al votar.
Los segundos proponían aligerar el lastre fiscal de las empresas para agilizar su capacidad de generar empleo.
Han actuado los dos partidos acordes a las filosofías que los inspiran, porque la izquierda aprovecha todas las oportunidades para modelar a la sociedad a imagen del partido, mientras que la derecha solo pretende administrar con eficacia los recursos del Estado.
La izquierda usa la capacidad legislativa del Estado para transformar la sociedad. La derecha, para que las leyes acompasen la transformación que la sociedad experimenta espontáneamente en su evolución natural.
La derecha, menos ambiciosa, se limita a satisfacer las demandas de los individuos que integran la sociedad, sin orientar su comportamiento,como la izquierda se cree obligada a hacer.
Hasta en ese aspecto son coherentes con su ideología los partidos españoles: el presidente Zapatero impulsa una nueva educación para la ciudadanía, agiliza el divorcio, facilita el aborto, transfiere al Estado la tutela paterna, estimula la homosexualidad, acelera la liquidación de la familia tradicional y combate el endémico sentimiento religioso.
Por su ideología, el Partido Popular se conforma con ser árbitro neutral en los conflictos que enfrenten a sectores discrepantes de la sociedad.
Esta crisis económica ya casi vencida ha demostrado la eficacia de las instituciones del Estado, prudentemente ideadas en la Transición Democrática.
La muerte del Caudillo solo confirmó lo que desde hacía años era evidente: que las instituciones con que se había acorazado la dictadura habían perdido su eficacia para perpetuarla.
La feroz crisis económica que desde hace dos años afecta al país ha puesto en evidencia, por el contrario, la solidez y eficacia del sistema democrático español.
A quienes crean lo contrario los influye su aspiración a la excelencia, que los induce a descalificar lo que es bueno porque podría ser mejor.
Durante la crisis, los partidos políticos han cumplido cabalmente la función que de ellos se esperaba: el socialista respaldó con lealtad al gobierno y el popular lo criticó para que los ciudadanos supieran que, si el gobierno fallara, había alternativas posibles a su política.
Funcionaron a la perfección, además del Parlamentario y el Ejecutivo, el Poder judicial, que ha velado celosamente por el cumplimiento de la legalidad en períodos de crisis y tribulación.
Los sindicatos aportaron su encomiable moderación y evitaron soliviantar a los trabajadores con demandas exacerbadas.
Tan congruentes con su ideología han sido los socialistas como los populares: los primeros comprometieron todos los recursos del Estado, al que consideran herramienta para transformar la sociedad, a cambio de tutelarla y controlarla desde el Estado.
Recurrieron por eso a subsidiar directamente a los parados, que seguramente lo recordarán al votar.
Los segundos proponían aligerar el lastre fiscal de las empresas para agilizar su capacidad de generar empleo.
Han actuado los dos partidos acordes a las filosofías que los inspiran, porque la izquierda aprovecha todas las oportunidades para modelar a la sociedad a imagen del partido, mientras que la derecha solo pretende administrar con eficacia los recursos del Estado.
La izquierda usa la capacidad legislativa del Estado para transformar la sociedad. La derecha, para que las leyes acompasen la transformación que la sociedad experimenta espontáneamente en su evolución natural.
La derecha, menos ambiciosa, se limita a satisfacer las demandas de los individuos que integran la sociedad, sin orientar su comportamiento,como la izquierda se cree obligada a hacer.
Hasta en ese aspecto son coherentes con su ideología los partidos españoles: el presidente Zapatero impulsa una nueva educación para la ciudadanía, agiliza el divorcio, facilita el aborto, transfiere al Estado la tutela paterna, estimula la homosexualidad, acelera la liquidación de la familia tradicional y combate el endémico sentimiento religioso.
Por su ideología, el Partido Popular se conforma con ser árbitro neutral en los conflictos que enfrenten a sectores discrepantes de la sociedad.
Esta crisis económica ya casi vencida ha demostrado la eficacia de las instituciones del Estado, prudentemente ideadas en la Transición Democrática.
viernes, 14 de agosto de 2009
ROMANCE DEL ZAPATERO
No es cabal llamar calzado
a lo que solo zapato
debería bien llamarse
hasta que lo calce el pié
del cliente que lo ha pagado.
El zapato solía hacerlo
un concienzudo artesano
en taller que olía a cuero
y en cuyas blancas paredes
cantaba siempre un canario
enjaulado entre carteles
de Manolete o Cagancho.
Zapato que el zapatero
no corte chaveta en mano,
ni use lezna al puntearlo,
no unte cerote al cáñamo,
ni lo encaje en una horma
para que quede ahormado,
más que zapato es engaño.
Un zapatero, que nunca
en su trabajo ha logrado
que el cliente quede contento
cuando su pié ha calzado
lo que pagó a quien creía
que era un honesto artesano,
es un pillo, un sinvergüenza
que mete la pata, el cazo,
y tima al cliente, que paga
para meter bien su pié
en un zapato apropiado.
a lo que solo zapato
debería bien llamarse
hasta que lo calce el pié
del cliente que lo ha pagado.
El zapato solía hacerlo
un concienzudo artesano
en taller que olía a cuero
y en cuyas blancas paredes
cantaba siempre un canario
enjaulado entre carteles
de Manolete o Cagancho.
Zapato que el zapatero
no corte chaveta en mano,
ni use lezna al puntearlo,
no unte cerote al cáñamo,
ni lo encaje en una horma
para que quede ahormado,
más que zapato es engaño.
Un zapatero, que nunca
en su trabajo ha logrado
que el cliente quede contento
cuando su pié ha calzado
lo que pagó a quien creía
que era un honesto artesano,
es un pillo, un sinvergüenza
que mete la pata, el cazo,
y tima al cliente, que paga
para meter bien su pié
en un zapato apropiado.
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