miércoles, 2 de septiembre de 2009

LO QUE QUIERE ZAPATERO, Y NO NOS EXPLICA

¿“Hasta cuando”—se pregunta un español desesperado—“ desdeñaremos lo que ignoramos?
¿“Por qué”—se lamenta deprimido—“rechazamos lo que no comprendemos”?
El abatimiento de este Catilina contemporáneo está justificado: no se explica que todos critiquen los esfuerzos del Presidente del Gobierno para que España remonte la crisis económica.
El observador imparcial, que como Beltran Duguesclin ni pone ni quita rey, tiene que darle la razón a Catilina sin, por ello, eximir a José Luis Rodríguez Zapatero de parte de la culpa.
La excelsa capacidad con que la naturaleza lo dotó para gestionar la justicia social, la política, las relaciones internacionales, el baloncesto y la economía lo inducen a creer que todos tenemos su mismo talento.
Es ese disculpable error, y no la malicia, lo que le ha impedido percatarse de que, como sus gobernados somos más torpes, precisamos que nos explique el objetivo aparentemente inconexo de sus medidas económicas.
Zapatero sabe que, por separado, sus decisiones pueden parecer contradictorias, aunque sean maniobras tácticas ideadas para que confluyan en un objetivo estratégico común: recuperar la opulencia perdida.
Tendría que haberlo explicado como un padre le revela a su hijo, para que entienda el misterio de la perpetuación de la raza humana, que a los niños los traen las cigüeñas.
Ayudemos a Zapatero:
Para no repetir la época de despilfarro económico anterior a la crisis, hay que limitar la capacidad de gasto de los españoles, que son unos manirrotos.
Es un axiona que el individuo no sabe el valor de lo que gana ni de lo que gasta por lo que es obligación del Estado, que todo lo sabe, fijarle sus ingresos mediante subsidios y administrarle sus ahorros con impuestos crecientes, para que no se le ocurra gastarlos en viajar a Disneylandia.
Al regular el gasto se sujeta el consumo, lo que abarata los precios. Mientras más gente viva del subsidio, más bajará el Indice de Precios Al Consumo y menos gravará la inflación a los ciudadanos.
Como el individuo es incapaz de decidir por sí mismo y es el Estado el que mejor sabe lo que a cada uno le conviene, se regulará el peso, la talla, los gustos, el pensamiento y la religión de todos los ciudadanos.
Se garantizará la libertad aunque, como los dimmies en la añorada época califal, los trasgresores tendrán que pagar multas por fumar, correr en su coche, ser heterosexual, ir a misa, oir otra emisora que no sea la SER, leer periódicos distintos de El Pais o Público y ver canales que no sean la sexta, la cuarta, Plus o CNN.
Lo que se recaude con las multas financiará nuevos subsidios de paro, hasta que se logre el objetivo final: todos parados.

martes, 1 de septiembre de 2009

LA BELLEZA DE LA GUERRA

En el aniversario del inicio del colosal espectáculo montado por Adolf Hitler y Josef Stalin, conocido después por segunda guerra mundial, permítase a un belicista descartado por inútil total del ejército acaudillado por el temerario comandante de batallón Francisco Franco, abogar por la guerra.
Aunque sin saberlo, más de media humanidad comparte el arrebato emocional y estético de este guerrero frustrado: son los millones de espectadores que pagan por asistir cada semana al simulacro bélico que es un partido de fútbol.
Se resignan a disfrutar del espectáculo deportivo, que es un simulacro de guerra, como los diabéticos nos contentamos con la sacarina, sucedáneo del azúcar.
No me resisto a citar al prusiano Karl Von Clausewitz, ilustre antecesor de Josep Guardiola, que definió la guerra como continuidad de la política por otros medios.
¿No es el madridismo antibarcelonismo y el barcelonismo antimadridismo? ¿no hay una contienda feroz y latente entre esas dos ciudades, que se expresa en la rivalidad de sus clubes?
Ese simulacro de guerra es casi siempre menos sangriento que el conflicto armado, pero no mucho más barato.
¿Cuántos esclavos recién importados de África habrían podido comprar en el mercado de Richmond hace 160 años los dueños de las plantaciones del Camp Nou y del Bernabeu si se hubieran presentado con los 450 millones de dólares que se han gastado este año en el mercado de futbolistas?
El más fornido y sano esclavo no costaba en Richmond más de 1.200 dólares, equivalente al precio de una finca de 400 hectáreas al este del Mississipi.
Guerra y deporte comercial son espectáculos parecidos pero no iguales, porque al segundo le falta la grandiosidad épica con que lo cantan quienes lo relatan y los cronistas deportivos no se parecen nada a Mijail Koltsov o Edward Murrow.
Puede que, además, ya no se fabriquen corresponsales de guerra como los de antes. Vean: “Nos despertaron unas explosiones y disparos. Nos levantamos rápidamente y tomamos los fusiles. En la calle, Jiménez y yo avanzamos a saltos”
El narrador es un periodista comprometido, de los que les gustan a los de izquierda. Jiménez se llamaba realmente Orge-Glinoedski, naturalmente militar ruso. El periodista comprometido no era otro que Mijail Koltzov, nacido Mijail Friedliand, que bajo la cobertura de enviado especial de Pravda, entró en España de matute en uno de los aviones que el camarada Malraux despachaba para ayudar a los republicanos.
Koltzov sí que era un corresponsal de guerra, y no los de ahora: en sus primeros diez días lo recibieron y aconsejó a los jefes políticos y militares de Barcelona, al presidente Giral, a la Pasionaria, a Durruti, y tuvo tiempo de evaluar la amenaza que para Stalin eran los trotskistas españoles, pegó unos tiros y envió una docena de crónicas.
Que aprendan y no lo imiten los corresponsales de guerra de ahora porque, como casi la mitad de los rusos destacados de su época, Koltzov fue detenido en 1938 y fusilado por orden de Stalin en 1942.
Se escapó de las pérfidas balas fascistas en España, pero al clarividente Stalin no le dio gato por liebre y pago con la vida su actividad antipartido

lunes, 31 de agosto de 2009

CONTRARREFORMA Y DEMOCRACIA

No son más que maullidos de gatos en el tejado en una noche de enero porque, por mucho que los más sesudos disidentes pregonen los errores del gobierno, siglos de adoctrinamiento han enseñado a los españoles que el que manda es el que tiene razón.
¿Qué son 31 años predicando que es el pueblo el que decide si durante 20 siglos aprendió con sangre que quien sabe lo que al pueblo le conviene es el que manda?
La democracia española constitucionalizada en 1978 dejó formalmente en manos de los españoles la capacidad de elegir con libertad, sin entrenamiento para decidir con responsabilidad.
Fue un acto volitivo meritorio pero arriesgado porque pretendía que los españoles adoptaran un sistema político en el que los votantes de los pueblos en que se habia consolidado estaban habituados a decidir por sí mismos, a sabiendas de que cada votante era responsable de su propio acierto o de su propio error.
Esa cultura de autorresponsabilidad que permitió a los pueblos acceder a la democracia estuvo casi siempre mal vista en España.
La contrarreforma que España capitaneó proscribió la libre interpretación de las Escrituras, base de la reforma luterana, y apuntaló la exclusiva autoridad de la jerarquía para marcar lo que los creyentes deberían aceptar como verdad.
Es cierto que esa medida evitó desviaciones doctrinales pero,aunque mantuviera la ortodoxia establecida, redujo permanentemente a quienes la sufrieron a la inmadurez mental porque dejaron al arbitrio de quienes mandaban la capacidad de decidir lo que era falso o verdadero y, en consecuencia, lo que era perjudicial o conveniente.
El libre examen que Lutero predicó influido por Erasmo de Rotterdam y San Agustín, educó a los ciudadanos de los pueblos en que se implantó a acertar o equivocarse por sí mismos, paso previo inevitable para ejercer con responsabilidad el derecho a elegir quien los gobierne.
Los que, como los españoles y de forma menos drástica italianos, franceses o portugueses acataron la contrarreforma, han heredado el poso cultural de aceptar que decidan por ellos.
Los ciudadanos de pueblos acostumbrados a decidir por sí mismos—ingleses, norteamericanos, alemanes y los que han sido fruto de su cultura—puede que se equivoquen en su elección, pero están mejor preparados para el sufragio universal que los pueblos en los que se impuso la contrarreforma.
En 31 años es imposible que los españoles borren una enseñanza de siglos. Que no se asombren los que se extrañan de que los votantes ratifiquen su confianza en gobernantes manifiestamente inadecuados. Son muchos los siglos en los que se nos ha inculcado que el que manda es el que sabe lo que más nos conviene.

miércoles, 26 de agosto de 2009

LA RESPUESTA ESTA EN EL VIENTO

Como en aquel verano de 1969 en el que Edward Kennedy huyó del canal Poucha y del cadáver de Mary Jo Kopechne atrapado en su Oldsmobile 88, también en este de 40 años después muchos quieren desentrañar la respuesta que trae el soplo del viento.
La Acapulco gold, la marihuana de Guerrero, no estimula como entonces el ansia por conocer los límites de la revolución sexual que había encontrado en una guerra incomprensible el pretexto para justificar el frenesí del sexo sin miedo.
La pregunta que se hacen los ciudadanos en el verano de 2009, los jóvenes condenados a competir en una guerra tan feroz como la de Vietnam aunque no se libre en la jungla sino en el mercado laboral, es cómo sobrevivir con mil euros mensuales.
Si el soplo del viento sugiere la respuesta, al menos en España es un viento borrascoso que barrerá el relativo sosiego estival, en cuanto la reviviscencia otoñal acabe con el letargo del verano.
La ráfaga que en agosto descubrió que hay parados a los que se les ha terminado el período regular de subsidio de desempleo y que se quiso tapar precipitadamente con subsidios adicionales, se encrespará en los próximos meses.
Los que encontraron trabajo en servicios de atención a los veraneantes perderán su empleo y se sumarán a los parados de antes del verano.
Habrán terminado las obras de parcheo los subsidiados con fondos para seis meses en los ayuntamientos.
Aumentarán los impuestos a los que no han perdido su empleo para subsidiar a los que todavía no han encontrado trabajo.
El gobierno tendrá un pretexto para seguir sin adoptar las medidas que unánimemente le piden para atajar la crisis, porque la borrasca política que desencadenará fatalmente la resolución del contencioso del estatuto de Cataluña le atará las manos.
Podrá, así, escudarse en un parapeto originalmente artificial que el mismo gobierno creó para dedicarse a lo urgente—la controversia sobre el estatuto—y relegar lo importante: reformas estructurales que resuelvan la crisis de la economía.
El pecado de alentar el nuevo estatuto catalán que nadie pedía le hará pagar al gobierno la penitencia que se ha buscado: si el Tribunal Constitucional falla en contra de lo que pretenden los nacionalistas, el gobierno puede perder su estabilidad parlamentaria.
Si el fallo del Tribunal Constitucional favoreciera las tesis nacionalistas, supondría una enmienda a la Constitución de 1978 y, en consecuencia, una crisis de Estado.
Los vientos otoñales en los que sopla la respuesta al futuro no barrerán solo la hojarasca veraniega de España: aporrea las puertas del país una gripe imparable y el gobierno, tan ducho en eludir sus obligaciones como proclive a sucumbir a las tentaciones, caerá en la de dedicarse en cuerpo y alma a preparar su semestre de presidencia europea.

domingo, 23 de agosto de 2009

OBAMA DECEPCIONO A ZAPATERO

¿Compensan los halagos a su vanidad las incomodidades del líder por tener que corregir permanentemente a quienes intentan y no logran seguir el camino de su liderazgo?
José Luis Rodríguez Zapatero, ejemplo y guía de Barak Husein Obama, estará decepcionado en su bien merecido reposo lanzaroteño por el traspiés del Presidente de Estados Unidos, desviándose de su magisterio.
¿Cómo puede pasar por alto Zapatero el error de Obama que la indiscreta televisión mostró la tarde del domingo?
¿Que qué mostró? Que las cuatro norteamericanas del equipo de 4X400 eran de raza negra.
No subsaharianas porque no habían nacido al sur del Sahara, sino en Watts o, posiblemente, en Bedford Stuyvesant.
El error de Obama no tiene nada que ver con que las atletas fueran subsaharianas o afro-americanos, sino con que fueran negras las cuatro
Si la población negra de los Estados Unidos representa solo el 20 por ciento del total, ¿por qué en el equipo femenino norteamericano de relevos que ganó la prueba de Berlín había esa homogeneidad racial discriminatoria de la blanca, mayoritaria?
Dicen que Zapatero adoctrinó cumplidamente a Obama para que imitara su regla de la paridad, pero el norteamericano debió de estar despistado o pensando en dar la ciudadanía norteamericana a todos los musulmanes, porque ha incumplido la doctrina de su maestro español.
Si hubiera estado atento y hubiera comprendido la norma de la paridad que Zapatero ha impuesto en su gabinete y en las listas electorales, dos de las cuatro atletas norteamericanas habrían sido de raza negra y las otras dos de raza blanca.
A ver qué excusa le pone a su maestro cuando le recrimine su fallo porque, como es tan artero, Obama es capaz de argumentar que las cuatro eran negras porque fueron las mejores en los “trials” de clasificación previos a los mundiales.
No vale porque ¿somete Zapatero a trials a los que después nombra ministros? ¿a qué contrincante le ganó Bibiana Aido para que Zapatero la integrara en el equipo ministerial, y a quien desplazó de ese equipo en las pruebas previas a su nombramiento?
Solo hay una explicación plausible para el traspiés del colega y discípulo norteamericano de Zapatero: que Obama sea corto de entendederas y no captara la sutiliza sobre la eficacia de la norma de la paridad, como método para designar a quienes tienen que representar a toda la ciudadanía de sus países.

viernes, 21 de agosto de 2009

LOS POBRES DE DON JOSE BLANCO

Hay quien dice que Don José Blanco pretendía reavivar la polémica sobre la pobreza que en el siglo doce provocó tanta sangre, pero seguramente será otro infundio de sus adversarios.
Lo cierto es que, al propugnar que se pague el subsidio de 420 euros mensuales con impuestos adicionales “a las rentas más altas”, el ministro de fomento ha planteado, sin querer, la controversia sobre a quien se debe considerar rico o pobre.
La primera impresión es que está más cerca de los radicales medievales, que reservaban la calidad de pobres a los mendicantes, que de los más moderados que incluían a los sometidos a regla monacal y que se ganaban el sustento con su trabajo.
Es esta una época mediatizada por la ideología y la política, por lo que el ministro Blanco, preclaro ideólogo de su partido, considerará pobres a quienes dependen del Estado para sobrevivir y ricos a los que se ganen el pan sin recibirlo del Estado.
En definitiva, que “los pobres del mundo” que invoca el himno de su partido, son para Don José Blanco los que reciben subsidio de paro.
Como la ideología marxista del partido socialista de Don José Blanco y de sus parientes comunistas predica el monopolio estatal de todos los bienes de producción, el aprovechamiento ideológico de la actual crisis económica es obvio:
La izquierda, por coherencia, debe reducir el número de los que no necesitan al Estado para vivir, aumentando el de los que alimenta el Estado.
Hay, por tanto, que empobrecer a los ricos que se ganan el pan por su cuenta, para que, cuanto antes, alcancen la categoría de pobres que les permita acceder a los subsidios del Estado.
No es don José Blanco nada original porque hay precedentes de esa política en la historia de la Humanidad.
Uno de sus tocayos más ilustres, Don José Stalin, se cargó a los kulaks, los campesinos que cultivaban sus pequeñas propiedades, vivían de ellas y alimentaban con sus excedentes a quienes se los compraban.
Mató directamente o por deportación a diez millones de esos campesinos, pero logró que toda Rusia pasara hambre.
Más cercano en el afecto, ya que no en la distancia geográfica, es el caso cubano donde prohibieron a los hortelanos—muchos de ellos de origen chino—que siguieran cultivando sus huertos, gracias a lo que la población cubana anda desde hace 50 años haciendo trampas con las cartillas de racionamiento.

jueves, 20 de agosto de 2009

ZAPATERO, EL MAGO

Este Zapatero con el que los españoles se autoflagelan para expiar la remota devoción a Franco y su más reciente apoyo al Franco de guardarropía que era Aznar, sabe que puede repetir sus trucos mientras el público de su espectáculo de prestidigitación se empeñe en tener los ojos cerrados.
La técnica es repetitiva: poner un tapón en las orejas para acallar el ruido, bajar la fiebre para ocultar la infección que la provoca o subsidiar al parado para que se olvide de la crisis que lo dejó sin trabajo.
Pero el estrépito es cada vez mayor, la infección más virulenta y los recursos para los subsidios cada vez más escasos.
A los que le han aconsejado tratamientos para la crisis que ataquen el mal en vez de los síntomas, Zapatero los había ignorado. Hasta ahora.
Porque, después de comprobar que el subsidio adicional de 420 euros mensuales a los parados que han agotado el período de subsidio a que tenían derecho no alcanza a todos los que siguen si encontrar trabajo, se ha resignado a consultar con otros el paso siguiente.
Claro que, como todo, esa consulta también parece lo que no es porque si el asesoramiento que ha decidido buscar es el de los sindicatos, va a ser como si hablara consigo mismo porque los líderes sindicales son trasunto de Zapatero, como Zapatero lo es de Ignacio Fernández Toxo y de Cándido Mendez.
Sabe Zapatero que, si dice a los dos sindicalistas que ha visto un burro volando, se limitarán a confirmarle que volaba a tres mil metros de altura.
Solo faltaba averiguar de donde sacará Zapatero el dinero adicional para pagar los subsidios adicionales.
Lo mismo que Dios habló a través de la burra de Balán, el presidente del gobierno lo ha hecho por la de su ministro de Fomento, Don José Blanco: el dinero para los que no lo tienen lo sacará el gobierno de los que tienen demasiado.
Es decir, de más impuestos. Por supuesto, el gobierno seguirá empleando el dinero que hace tanta falta en España para fomentar la mariconería en Zimbabue y en viajes de turismo caro de María Teresa para que pase con garbo sus modelos exclusivos por las pasarelas del mundo.